Simón o Simeón (en verdad, Gimeno, en castellano: un nombre hebreo, común en la Biblia, que significaría: Dios me ha escuchado), cuyo carácter rocoso dio pie a que Jesús realizara uno de los juegos de palabras con mayor repercusión de la historia occidental, fue una figura histórica o imaginaria -poco se sabe a fe cierta-, a quien se atribuyeron varios textos canónicos (reconocidos por la iglesia católica) y apócrifos (aceptados y luego rechazados en el Canon), redactados anónimamente entre los siglos II y IV dC, por autores o comunidades paleo-cristianas de las que nada se sabe, pero que se habrían considerado inspirados por el apóstol. Al igual que ocurre con los demás apóstoles, todo lo que se sabe es difícilmente histórico o son leyendas redactadas unos cien años después de su supuesto martirio.
Un Evangelio, unas Actas y un Apocalipsis -éste, celebre-, así como dos cartas reconocidas por la iglesia (pero que no pueden ser obra suya), serían escritos suyos.
El inicio de segunda parte de la Primera Epístola de Pedro manifiesta el conocido juego de palabras entre la piedra y Pedro, presentado como el aglutinador de una sinagoga (es decir, de una comunidad, sin distinción de clases) o de una iglesia (palabra que, en griego, al contrario que sinagoga, se refiere solo a un conjunto de ciudadanos con plenos derechos, excluyendo a una parte importante de la población):
"Dejando pues toda malicia, y todo engaño, y fingimientos, y envidias, y todas las detracciones, desead, como niños recién nacidos, la leche espiritual, sin engaño, para que por ella crezcáis en salud. Si habéis gustado que el Señor es benigno, piedra viva, reprobada por los hombres, pero elegida por Dios, preciosa, vosotros también, como piedras vivas, sed edificados como una casa espiritual para constituir una comunidad santa, para ofrecer sacrificios espirituales, agradables a Dios. Pues la Escritura anuncia: "He aquí, pongo en Sion la principal piedra del ángulo, escogida, preciosa; Y el que creyere en ella, no será confundido". Ella es pues honor para vosotros que creéis. Por el contrario, para los desobedientes, la piedra que los edificadores reprobaron fue convertida en cabeza del ángulo y piedra de tropiezo, roca de escándalo para aquellos que que rechazan la palabra, desobedientes; para lo cual estuvieron destinados."