domingo, 14 de diciembre de 2014

AARON SISKIND (1903-1991): LA CARA OCULTADA DE LA CIUDAD



Una exposición antológica en Montpellier (Francia), hoy, que sucede a una de las primeras muestras  monográficas -en el Museo de Bellas Artes de Boston, a mediados de este año- dedicadas a la serie de imágenes tomadas en Harlem en los años 30, pero nunca exhibidas hasta los años 80, por el fotógrafo judío norteamaricano Aaron Siskind, ha recordado este fotógrafo que ofreció una imagen de la ciudad muy distinta de la habitual. Muros desconchados, medianeras gastadas, ventanas y puertas tapiadas, cristales rojos, patinejos, patios de ventilación, patios traseros, Siskind se fijó en la piel herida de las casas. No embelleció ni sublimó la miseria; el polvo, la basura, la mugre, la dejadez están presentes; las juntas están rotas, las piezas desencajadas, las casas desvencijadas pero, al mismo tiempo, las imágenes parecen un testimonio veraz de las vidas que dichas casas y calles albergan o han acogido, sin hurgar en la pobreza, ni disimularla. Los detalles, las grietas, las arrugas hablan de vidas que pasan, sin grandeza ni desidia. A partir de los años 50, las vistas se aproximaron cada vez a los motivos desdibujando sus contornos, pero, incluso en estos casos, se descubre una callada admiración por el esfuerzo por juntar piedras, o marcar, trémulamente, unas uniones imperfectas. La ciudad que Siskind retrató estaba lejos de las gélidas estructuras de hierro y vidrio de los años cincuenta. Siskind se fijó más en los callejones, en la cara ocultada de las ciudades, sin olvidar la vida que allí se asentaba.

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