lunes, 31 de octubre de 2022

JOSÉ MIGUEL G. CORTÉS (1955): A LA SOMBRA DE OCCIDENTE (2022)




 José Miguel Cortés se referiría a Máxime du Camp en la presentación de su nuevo ensayo (véase entrada anterior)….

MAXIME DU CAMP (1822-1894): EGIPTO (1849-1851)


Cuando las ruinas eran ruinas y no parques arqueológicos. Cuando aventureros occidentales y artistas en busca de exotismo y de horizontes más amplios abandonaban los salones de las capitales europeas y emprendían un viaje en barco hacia el este y el sur…

Los escritores franceses, el olvidado Máxime du Camp y su amigo uno de los mejores novelistas mundiales, Gustavo Flaubert, partieron de Francia a Egipto (y luego a Palestina), juntos, a mitad del siglo XIX, en un viaje que duró dos años. Flaubert trajo un cuaderno de notas, al igual que du Camp, aunque lo que hizo célebre a éste no fue una novela “escandalosa” como Madame Bovary, de Flaubert (que du Camp tuvo el coraje de publicar),  fotografías de monumentos faraónicos, previos a su restauración, semi sepultados por el arena, las primeras fotos (occidentales) de obras faraónicas, que se publicaron en un álbum en blanco y negro y entintado con varios tonos, y se editaron como estampas. 

La fotografía se asocia, tanto a lo íntimo -el retrato familiar en un interior- cuanto a tierras lejanas, como si el objetivo fuera la mejor arma para “cazar” la imagen de lo desconocido -y anhelado.































domingo, 30 de octubre de 2022

Periferia

 Periphereia, en griego, se traduce por circulo; designa un límite envolvente, la línea que encierra un espacio central y lo separa de lo que lo circunda.

Pheroo es un verbo griego que significa transportar, transportar una carga, y también aportar un bien. El traslado se realiza siguiendo un itinerario que une dos puntos, sea cual sea el recorrido

Periphereia, en cambio, introduce la noción de circularidad. El desplazamiento da vueltas. De hecho, el verbo denota un transporte que da un rodeo para llegar a un centro. La circunvalación es importante para que el desplazamiento llegue a buen puerto y tenga sentido. Es el tiempo y el espacio los que logran la efectividad del acarreo. Una carga encuentra así, tras una vuelta, su lugar.

Modernamente, la periferia designa los barrios que rodean el centro de una historia, a menudo equiparado a un centro histórico, esto es a la primera instalación, al origen de la ciudad. Que la ciudad de Bagdad hubiera sido fundada según un plan circular, un esquema que ya había alentado la fundación de ciudades mesopotámicas, refuerza la importancia de un centro entendido como un círculo defendido, delimitado y caracterizado por una línea o una franja envolvente. Ésta es esencial para que el corazón de la urbe destaque -y exista.

La periferia se comprende como una zona suburbana -que no llega a ser ciudad, casi un deshecho espurreo de la ciudad, como si no formara parte de la misma, como si fuera prescindible y no tuviera que ser tenida en cuenta a la hora de calibrar y entender lo que constituye el “centro” de la ciudad.

Mas, la ciudad se define por su periferia. En centro siempre existe, construido o vacío. Ciudades como Doha o Brasília carecen de centro; Los Ángeles o Pasadena, se dotan de uno o de varios centros, siguiendo un esquema antitético del europeo. En ciudades del oeste de los Estados Unidos, como en los Emiratos Árabes, el centro es un vacío que se dota después de la construcción de anillos periféricos. Los anillos sellan pactos, acuerdos y existencias. El centro en estos casos sucede a la periferia. La ciudad no se genera a partir de un centro que se expende en todas direcciones y alimenta con sus arterias y sus vías de comunicación y transporte el tejido urbano, sino que se define a partir de barrios planificados alrededor de nada, una nada que se irá poblando -o no. La ciudad existe así gracias a la periferia. No es un residuo sino un origen. No se puede considerar una zona marginal, prescindible, sino esencial. La ciudad se “origina a partir de sus límites, en un movimiento centripeto, que no centrifugo. La periferia, por extensa y descompuesta  que sea, no es el fin sino el principio. Media entre la ciudad y el territorio, implanta aquélla y la silueta en el horizonte. La periferia rodea, abraza la ciudad. La ciudad se abraza a sí misma, se cuida y se protege gracias a su periferia.  La ciudad es su periferia, y su centro un espacio en el que proyectar nuestros sueños y prejuicios, el sueño de un pasado ideal -que puede no haber existido nunca.

A Marta Llorente quien más y mejor ha reflexionado sobre el sentido de la periferia.  



REM KOOLHAAS (1944) & OMA: QATAR NATIONAL LIBRARY (BIBLIOTECA NACIONAL DE QATAR, EDUCATION CITY, DOHA, 2017)



























Fotos: Tocho, octubre de 2022


El arquitecto y profesor Tiziano Schürch calificó la nueva Biblioteca Nacional de Qatar, en la capital, Doha, de gran terminal de aeropuerto. La comparación es irresistible. La biblioteca se asemeja más a un equipamiento aeroportuario que a una biblioteca -pese a que no existe ninguna tipología canónica de biblioteca, y que la comparación pueda ser intencionada: la lectura quizá haga volar a la imaginación y, por otra parte, no se va a esta biblioteca a leer sino a tomar prestado un libro a toda prisa. Mas, posiblemente éstas bienintencionadas metáforas no respondan a la idea que guió el proyecto.

Pues en efecto, no se lee, no se puede leer (cómodamente) en este gigantesco depósito de libros -pese a estar ubicado en el nuevo barrio de La Ciudad de la Educación, un desmesurado campus universitario poblado de satélites de grandes universidades norteamericanas y británicas, como las universidades de Georgetown en Washington, y de Northwestern cabe Chicago, y de una de las mayores del mundo  y mas alejadas de una imagen convencional nueva mezquita, entre extensos parterres de césped y sendas serpenteantes-: apenas alberga mesas, y éstas no se localizan con facilidad (y se ubican en zonas en las que no se esperan, como cabe el bar),  son muy pequeñas, más propias de los pupitres de un parvulario, sobre las que caben justo un portátil y unos pocos libros, mesas o mesitas perdidas en la inmensidad del espacio único que intima. 

La nave de la biblioteca parece estar asentada sobre un yacimiento arqueológico: un laberinto de salas subterráneas a cielo abierto, entre gruesos muros de mármol veteado marrón oscuro, que se descubren desde la planta de la nave, que albergan en las profundidades una gran colección de manuscritos e incunables, lo que otorga también a la biblioteca un cierto aire a panteón que la prieta disposición de las estanterías, alzándose sobre escalinatas, semejantes a nichos de cementerio, dominando, desde la lejanía, el espacio central, insólita, vertiginosamente vacío, a las que da cierto temor acercarse, acrecienta.

La biblioteca impresiona por su tamaño, su volumen, la calidad de los materiales, la ejecución perfecta, el despliegue de medios, la complejidad de la planta que asciende y desciende bajo una misma bóveda, pero carece de la calidez de las mejores bibliotecas como la antigua Biblioteca Británica -o incluso la nueva-, o la biblioteca Warburg, las tres en de Londres, la antigua Biblioteca Nacional de París o, mucho más cerca, la pequeña Biblioteca del Colegio de Arquitectos de Cataluña, la Biblioteca de Cataluña (previa a la reforma), la Biblioteca del Museo Nacional de Arte Catalán, la maravillosa biblioteca de humanidades de la Universidad Autónoma de Barcelona, todas en Barcelona -una ciudad, pocas veces se ha destacado, caracterizada por sus bibliotecas, justas de fondos, pero con cálidos espacios de lectura, que las convierten en hermosos reductos aislados y tranquilos, escasamente utilizados, sin embargo. Ten poco habitados como la biblioteca nacional de Qatar.