Penélope a los pretendientes que no cesan de asediarla en su propio hogar: "¿No oísteis decir a vuestros padres, cuando erais todavía niños, de qué manera los trataba Ulises que a nadie hizo agravio ni profirió en el pueblo palabras ofensivas, como suelen hacer los divinales reyes (é t´ésti díke theíoon basiléoon), que aborrecen a unos hombres y aman a otros?"
(Homero, Odisea, 4, 689-693)
La justicia es una virtud real. Los reyes se comportan como dioses: son divinos (theíoon basiéoon). Mas los reyes son caprichosos. Sus decisiones irracionales, injustificadas. Conceden y retiran favores sin que se sepa porqué. Éstos responden a la diké. Diké es el derecho, la justicia: la norma que debe regir las relaciones. La justicia que los reyes, comportándose como los dioses, siguen les impele a comportarse como unos tiranos. La justicia, como la que los reyes y los dioses asumen, es el paradigma de la injusticia. Mas la diké es una virtud que los hombres deben seguir. Una virtud propiamente humana.
El sarcasmo de Homero es evidente. Su intención, sin embargo, no es clara. U obliga a una doble interpretación: que los poderosos (reyes y dioses) son injustos, o que los hombres son unos seres sustancialmente injustos. Su humanidad es su inhumanidad. Por eso, los dioses tenían razones para que los hombres se extinguieran lenta y cruelmente en una lucha fratricida casi eterna. La guerra de Troya aún no ha concluido.
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