Es como la cueva de Alí Babá. Así, la estatuilla del orante regordete y sonriente fue halada casualmente por Victoria, yacente en un estante, rodeada de vasijas. Se trata, además, de una pieza desenterrada recientemente, desconocida, en la que ni siquiera pensaban los conservadores del museo. Quizá haya muchas más, olvidadas quien sabe dónde.
Envidia es lo único que se me ocurre decir: ese almacén de maravillas! Bet
ResponderEliminarEs como la cueva de Alí Babá.
ResponderEliminarAsí, la estatuilla del orante regordete y sonriente fue halada casualmente por Victoria, yacente en un estante, rodeada de vasijas. Se trata, además, de una pieza desenterrada recientemente, desconocida, en la que ni siquiera pensaban los conservadores del museo. Quizá haya muchas más, olvidadas quien sabe dónde.
Pedro