Impresión extraña paseando por el Museo Metropolitano de Nueva York, ante el despliegue del gran número de obras (de arte) del Egipto faraónico, griego, romano, chipriota y, en menos medida, mesopotámico (la colección es más pequeña). ¿No están fuera de lugar, desarraigadas? Ciertamente, el MMA es un museo dedicado a todas las culturas del mundo, pero, curiosamente, no existe ninguna sección dedicado al arte nativo norteamericano (situado en otro museo, poco visitado), y el apartado de arte precolombino es menor. De algún modo, se indica que Egipto, Grecia, Roma y el Próximo Oriente Antiguo son las raíces norteamericanas, las cuales poco o nada tienen (es decir, quieren tener) que ver con las de las culturas nativas americanas. En medio, las salas de artes africanas, importantes, pero segregadas de las de las culturas antiguas europeas, y próximas a las de las artes "primitivas". El recorrido del museo ofrece un sutil punto de vista sobre la relación americana con las artes del mundo. ¿Cuáles son las "raíces" del arte americano? ¿Tan europeo(s) es o son?
Es curuioso que esta sensación de extrañeza (y malestar) no se produce cuando visité las colecciones de los Departamentos de las culturas antiguas mediterráneas del museo del Louvre, ni cuando recorrí las salas de los museos Guimet (arte oriental), Dapper (arte africano) y Quai Branly (artes "primitivas" y precolombinas), en París, ya que, al haberlas ubicado fuera del Louvre, se quiere indicar que no hacen parte de la tradición europea con la que más estamos familiarizados (¿lo estamos hoy?) (aunque, en este caso, subyace la idea, nunca afirmada, que dichas culturas son "inferiores" y, por tanto, no tienen cabida en el museo del Louvre. Es muy posible que el "discurso ideológico" francés sea más "turbio" e insidioso que el más franco del Museo Metropolitano de Nuevo York).
El malestar aumenta porque la impresión es, sin duda, peligrosa.
En la Escuela de Arquitectura de Barcelona no explicamos la arquitectura precolombina ni de "Oriente" porque nada tiene que ver con nosotros, y pasamos de puntillas sobre la arquitectura egipcia, mesopotámica, griega y romana, porque, afirmamos, está demasiado lejos de nuestro modo de vivir y construir. El presente (la arquitectura desde los años 20 del siglo XX hasta hoy), al que le dedicamos todos los esfuerzos, se eterniza.
¿Existe la historia -objetiva, independiente de nuestros puntos de vista? ¿Es un sueño que construimos para reconocernos -y distinguirnos?
¿Es importante un discurso sobre las "raíces" -a la vista de lo que ocurre en Europa donde las peleas sobre "los símbolos nacionales" acapara toda nuestra atención (y nos ciega)?
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