Las letras del alfabeto hebreo, que componen la palabra aleph (el nombre de la vocal "a", la primera del alfabeto, que las contiene todas, todas las palabras), se superponen a una lluvia de imágenes visuales, a las que deberían reemplazar (Yavhé condenaba las imágenes -idolátricas-), o las generan. Entre el verbo y la aparición.
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