La relación entre el maestro y el alumno o el discípulo se dibuja en términos arquitectónicos en el Evangelio de Lucas (letrado griego, médico, quizá compañero de viaje de Pablo o discípulo suyo, y traductor al griego de un texto anterior hebreo: el Evangelio atribuido a Lucas).
Edificar tiene dos significados: construir y formar o educar. Toda la franc-masonería juega con este doble significado. La arquitectura proporciona un modelo de comportamienrto o de educación. Del mismo modo que la forma "contiene" a la materia, dando forma a lo informe, el maestra transfiere formas de conocimiento; el discípulo, aún no formado, obtiene formas, esquemas o pautas con las que puede descubrir el mundo.
La imagen del arquitecto modelando el mundo actúa como metáfora de la acción educadora del maestro, conformando la mente del discípulo, encuadrando sus primeras y confusas impresiones.
Valores como la rectitud que el maestro comunica se visualizan a través de las formas erguidas que el arquitercto levanta. El control de las formas practicada por éste proporciona un modelo de actuación para el maestro que enseña a que el discipulo se controle, sometiendo sus pasiones, así como sus impresiones, filtradas a través de las formas que el maestro le muestra o le transfiere.
Esta relación entre arquitectura y educación, ya presente en Mesopotamia, está explícitamente enunciada por Lucas:
"Todo el que venga a mí y oiga mis palabras y las ponga en práctica, os voy a mostrar a quién es semejante: Es semejante a un hombre que, al edificar una casa, cavó profundamente y puso los cimientos sobre roca. Al sobrevenir una inundación, rompió el torrente contra aquella casa, pero no pudo destruirla por estar bien edificada. Pero el que haya oído y no haya puesto en práctica, es semejante a un hombre que edificó una casa sobre tierra, sin cimientos, contra la que rompió el torrente y al instante se desplomó, y fue grande la ruina de aquella casa " (Lc, 6, 47-49)
πᾶς ὁ ἐρχόμενος πρός με καὶ ἀκούων μου τῶν λόγων καὶ ποιῶν αὐτούς, ὑποδείξω ὑμῖν τίνι ἐστὶν ὅμοιος· ὅμοιός ἐστιν ἀνθρώπῳ οἰκοδομοῦντι οἰκίαν, ὃς ἔσκαψεν καὶ ἐβάθυνεν καὶ ἔθηκεν θεμέλιον ἐπὶ τὴν πέτραν· πλημμύρης δὲ γενομένης προσέρηξεν ὁ ποταμὸς τῇ οἰκίᾳ ἐκείνῃ, καὶ οὐκ ἴσχυσεν σαλεῦσαι αὐτὴν διὰ τὸ καλῶς οἰκοδομῆσθαι αὐτήν. ὁ δὲ ἀκούσας καὶ μὴ ποιήσας ὅμοιός ἐστιν ἀνθρώπῳ οἰκοδομήσαντι οἰκίαν ἐπὶ τὴν γῆν χωρὶς θεμελίου, ᾗ προσέρηξεν ὁ ποταμός, καὶ εὐθὺς συνέπεσεν, καὶ ἐγένετο τὸ ῥῆγμα τῆς οἰκίας ἐκείνης μέγα.
El texto original en griego recurre a dos términos significativos: edificar se dice oikodomeoo, verbo que se empleaba tanto literal (nombrando la acción de un arquitecto o un constructor, un oikodomos) cuanto metafóricamente: una persona edificada era una persona instruida, que había sido instruida; a la vez, cimientos se decía, en singular (Lucas emplea el singular), themelion: un término técnico, propio del vocabulario de la construcción, que derivaba del sustantivo themis (recordemos que la diosa Themis fue quien amamantó a Apolo, el dios griego de la arquitectura, y, por tanto, le transfirió sus valores, facultándole para edificar): ley (divina) o norma, es decir, el fundamento de la convivencia, el conjunto de sólidas normas que regulaban la vida, la puesta en común, de una polis: el conjunto de edificios, bien enraizados, y humanos edificados, bien educados, a partir de normas asumidas por todos.
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