martes, 26 de octubre de 2010
El arquitecto José
Estatua de San José (s. XVI), Museo de Escultura, Valladolid
Un carpintero era quien fabricaba carpenti, es decir, en latín, carros, carromatos y carrozas. Se trataba de un vehículo, cubierto o no, enteramente de madera. Su fabricación requería destreza para serrar y engarzar un gran número de piezas, todas talladas y ensambladas por una misma persona. La parte principal, y más significativa, eran las ruedas.
Los carros solo servían, y tenían sentido, si podían circular, lo que implicaba o requería vías de comunicación: caminos transitables (que en francés son calificados de "carrossables", aptos para que pasen carruajes y carrozas). Los carros daban sentido a las carreteras, las cuáles ordenan, estructuras y parcelan el espacio. El trabajo de fabricante de carros no tiene razón de ser si el arquitecto o el urbanista no le precede estableciendo vías de acceso o desplazamiento.
Pero, ¿acaso son necesarios dos especialistas?
El patrón de los carpinteros es José, el padre terrenal de Jesús. Se ha dicho a menudo que su condición de carpintero es una prueba de la humilde condición de Jesús. Sin embargo, éste afirmaba descender del rey David. ¿Acaso había sido rebajado?
Los carpinteros trabajaban, como hoy, la madera. Pero tenían que adquirir el material. Por tanto, también tallaban los árboles. Eran, pues, leñadores y carpinteros.
Los árboles eran organismos vivos. Simbolizaban la fertilidad de la tierra. En los tiempos del mito, los árboles penetraban profundamente en la tierra y se alzaban hasta el cielo. El tronco era el pilar que sostenía la bóveda celestial (bóveda que era o se confundía con la copa), y unía los tres niveles del cosmos, el cielo, la tierra y el mundo infernal al que mantenían unido gracias a las raíces. Cuando dioses y demonios querían comunicarse, ascendían o descendían gracias al árbol de la vida. Éste se hallaba siempre en el patio de la morada terrenal de la divinidad (el templo mítico), o en el centro de la ciudad. El centro del universo, y su eje, gracias a los cuales el espacio se ordenada, estaba presidido por un árbol erguido.
Un árbol era un ente vivo. La vida en la tierra podía organizarse gracias a la presencia de los árboles que pautaban el espacio, y aportaban o simbolizaban los tres niveles cósmicos: la bóveda celestial, los pilares de la tierra, y la red de galerías del infra-mundo.
Cortar un árbol, entonces, implicaba pactar con las fuerzas sobrenaturales. Se necesitaba su consentimiento. Un simple operario no hubiera podido nunca ponerse en contacto con el cielo y el infierno. Solo los sacerdotes y los magos tenían este poder.
Los carpinteros, al igual que los herreros (que también manejaban una materia viva como son los metales, considerados la sangre que corre por las vetas o venas de la tierra), eran magos. Tenían el poder de mandar sobre los elementos básicos que configuraban el mundo.
Los útiles que tallaban eran mágicos. En Grecia, la diosa Atenea era la diosa de los carpinteros, las tejedoras, y los arquitectos. La nave Argos, con la que los Argonautas llegaron hasta los confines del mundo, la Cólquide, más allá del Mar Negro, en busca del Vellocino de Oro, se desplazaba sola. Había sido fabricada por el carpintero Epeos, bajo la dirección de Atenea. Los barcos eran vehículos que no seguían senda alguna -no hay caminos en la mar- sino que la trazaban (si bien el surco que abrían se desvanecía dejando solo trazas de espuma pronto desaparecidas).
Un carpintero era un ser excepcional; casi un dios. Las fuerzas del mundo se le sometían. Jesús era digno de ser un descendiente de Jesús, porque era el hijo de un carpintero -y qué carpintero: José era también, según algunas tradiciones, un herrero.
Los dioses que configuraban y estructuraban el mundo eran o se comportaban como un arquitecto. Su poder residía en que habían planificado el mundo, trazando sus líneas maestras, y circundando cada ente a fin de otorgarle tanto su forma cuanto el lugar que le correspondía. El instrumento con el que el arquitecto definía los componentes del universo era el compás, el atributo de todo arquitecto, de toda divinidad creadora.
A José, en tanto que carpintero, y patrón de los carpinteros, se le representaba con los utensilios propios de su trabajo: serruchos, tenazas (más propias de un herrero), garlopas, cepillos, escuadras y compases. Con éstos, trasladaba las medidas de un plano o un dibujo a una tabla, y dibujaba circunferencias, es decir, ruedas.
José era un carpintero; es decir, un arquitecto. Y los instrumentos que sostiene son sus atributos: la escuadra y el compás, que son los atributos de los compañeros artesanos (los compagnons aún existen en Francia) que viajaban de ciudad en ciudad para formarse (la palabra compañero procede del término compás), de los franc-masones que buscan no tanto edificar cuando edificarse a través de las lecciones que toman de los arquitectos cuando configuran el mundo que son los edificios y las ciudades que planifican y levantan, y los arquitectos.
Jesús fue dios porque su padre José era carpintero (y porque su padre espiritual, Yavhé, también sabía manejar el compás).
José, a menudo, se ha presentado como un pobre diablo, cuando, en verdad, fue el patrón de todos los forjadores de mundos. Su nombre proviene del hebreo Yoseph que significa "El que aumenta o acrecienta (la vida)", "El que da vida", nombre adecuado para un sumo creador. Es decir, un arquitecto.
Querido profesor; Malos tiempos corren,en todos los blogs, ¿ es la contaminación atmosferica? o son las setas del tiempo que ya no sabemos diferenciar las alucinogenas de las comestibles? Creo que hace demasiados silogismos y el resultado no es cierto! Decir:""Jesús fue dios porque su padre José era carpintero (y porque su padre espiritual, Yavhé, también sabía manejar el compás)."" ya me parece un paso adelante frente al precipio!!!.La obsesión puede ser mala consejera, todos somos seres divinos, pero no dioses!!!
ResponderEliminarBuenos días, usted que tiene nombre de diosa
ResponderEliminar¿Todos somos seres divinos? ¡No! José, sí (y los arquitectos, también).
Puesto que Jesús era dios, su(s) padre(s) -sus progenitores masculinos- tenían que serlo. ¿Carpintero, José? ¡No se entiende! Un carpintero, ¿no es un trabajador manual, un simple artesano? Hoy, sí, pero antiguamente era un mago. Y, por tanto, digno de ser padre de un dios. Jesús nunca tuvo un padre carpintero -o, mejor dicho, nunca se sabrá. Se le dotó de un progenitor carpintero y herrero, porque esto demostraba que su padre era un ser sobrenatural.
En cuanto a su padre espiritual, si era un dios supremo, necesariamente era el creador del mundo, ergo, había recurrido al compás para planearlo.
Jesús tenía todos los boletos para ser dios.
Supertocho