Ante la materialización del Espíritu Nacional por las calles de Barcelona que nos cae encima -véanse las cuatro descomunales columnas jónicas recolocadas, tras años desmanteladas, en la avenida de Montjuich, o el anterior plantado de la llama eterna en el Fossar de les Moreras-, recuerdo el inicio de ese proceso, allá por la primera mitad de los años ochenta, cuando se lanzó un concurso para construir un monumento al presidente Maciá, en la plaza de Cataluña, que tenía que incluir "la flama de la catalanitat".
Un grupo de jóvenes arquitectos y estudiantes de arquitectura, llamados (la) P.A.S.M.A. (suma de las iniciales PA, AS y MA de sus nombres y apellidos), disuelto desde hace años, presentó un proyecto que reflejaba perfectamente el espíritu que se quería que embargara al proyecto. No le faltaba nada. Consistía en una cripta abovedada, a la que se descendía por unos peldaños, que desembocaba ante un pared que reproducía las formas de Montserrat, y en cuya parte inferior se esculpía el bigote incorrupto del Presidente Maciá. En la penumbra reinante, los visitantes, que sin duda acudirían en fila para besar la reliquia, tropezarían con una barretina de piedra abandonada en uno de los escalones, y se darían de bruces con la montaña santa, se entregarían a ella.
En el exterior, un erial de asientos de bronce en forma de "rovellons", rodeaban un estanque en el que "monjetes" y "butifarras" de plástico hacían chup-chup en las aguas arremolinadas. En medio, una gigantesca bombilla alagrimada, permanentemente encendida, hacía las veces de la llama eterna.
El proyecto no ganó.
El resultado ya lo conocemos: el delicioso monolito de Subirachs en un espacio planificado por los arquitectos Piñón & Viaplana, al que se le adjuntó un desnudo femenino de Clará -debido a la "excesiva" abstracción del monolito-, ubicado de espaldas, de culo, a éste.
El resultado era modesto. Un poco bibelot. La llama cabe la iglesia de Santa María del Mar mejoró el espíritu. Pero aún estaba en un rincón. Faltaba un do de pecho. Se ha dado, por fin. Ahora sí, "els patriotes de tot el mon" -como se ha dicho hoy- nos sentimos representados.
Es divertido leer las opiniones de quienes (como Bohigas), hace unos años, solo juraban por el GACTPAC, y abominaban de las formas neo-clásicas del post-modernismo. Ante las cuatro columnas, se cuadran. Si bien aplauden el desmantelamiento de la columnata clásica que el noucentista Florensa levantó alrededor del flácido "Monumento a los Caídos" -por la patria, todo por la patria- de Clará, en la Diagonal.
Es curioso que los juicios vertidos sean casi todos estéticos: ¿están las columnas bien situadas? ¿qué relación mantienen con la quincalla circundante? ¿ocultan o no ocultan al Palacio Nacional -por más señas? ¿son lo suficiente altas -las columnas originales lo eran?
No parece que se haya planteada que, quizá, tuviera que ser de orden moral: ¿es legítimo o imprescindible, en el siglo XXI -y más después de las obras de Jasper Johns, o el restregamiento de cualquier bandera por la entrepierna de Madonna- erigir columnas de veinte metros de alto y dos metros de diámetro que reproduzcan en piedra (artificial) la iconografía (militar) de una bandera? ¿Hacen falta más banderas, duras como la piedra? Va a ser que sí. El espacio, ¿rendido a la ideología? Cómo no.
Espero que, al fin, el proyecto de Puig i Cadafalch se reproduzca enteramente, y que las columnas sirvan de base para estatuas de Victorias aladas en bronce que lo coronaban, para las que nuestra musa Lapiedra podría posar, hasta logar estilizadas y aireadas esculturas de ciento cincuenta metros de alto, cubiertas -o descubiertas- de pedrería azul y grana, que competirían, con perdón, con el cimborio discotequero del templo expiatorio de la Sagrada Familia. Lo sagrado une. Y más la pía expiación.
Que Madonna baje y lo vea.
Barcelona, ciudad del diseño (moderno). Sí, sí
PS (¿que nada tiene que ver?): La Generalitat no se ha interesado en el archivo de Carmen Balcells. Contiene minucias, papeles sobados, cartas, apuntas, originales de artistas tan poco relevantes como Rafael Alberti, Torrente Ballester, Miguel Delibes, Vázquez Montalbán, Juan Goytisolo, Juan Marsé, Jaime Gil de Biedma, Julio Cortázar o Bryce Echenique. Nada.
Entre el hierro y la letra.... Si se depositara en Salamanca...
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