jueves, 19 de mayo de 2011
(Guggenheim, Guggenheimcito...). Otro cuento de fantasmas arquitectónico
Museo de Tito Bustillo, Ribadesella
Las villas marineras de Asturias no iban a ser menos (hermosas) que las del País Vasco.
La bajada a remo de una ría, y familiares plebeyos de una futura reina dan lustre a un villorrio de mansiones de veraneo decimonónicas.
Pero es una cueva prehistórica cabe el pueblo, con algunas de las mejores pinturas que se conocen, su tesoro más preciado. Los turistas, empero, se desplazan, en verano, para contemplar esta maravilla, más no pernoctan. Apenas gastan en el pueblo.
Hace años, la consejería de cultura asturiana decidió construir un pequeño museo y centro de interpretación del arte paleolítico. El alcalde el pueblo, empero, de un partido rival, rechazó con desdeño la propuesta y los fondos brindados: aquélla era pequeña, no tenía ambición. Si Bilbao tenía el museo Guggenheim, el tamaño del museo de la prehistoria tenía que estar, cuanto menos, a la altura de aquél.
El alcalde contaba con un arma secreta. La promesa de fondos sin fondo para el nuevo museo del por el aquel entonces Ministro de Fomento. Ante maná semejante, calderilla era la ayuda de la consejería autonómica.
El alcalde organizó un concurso. de arquitectura para edificar el museo. El solar se hallaba cerca de unos terrenos que el alcalde había adquirido para edificar un hotel ante la previsión de hordas de turistas. Éstos se quedarían dos días, al menos.
Ni forrando la fachada de oro se lograba gastar el presupuesto destinado al museo.
El Ministro de Fomento cayó en desgracia por un lío de faldas. Pocos meses después, todo el gobierno español se derrumbó. Estábamos en marzo de 2004.
Se descubrió entonces que el antiguo Ministro de Fomento había prometido fondos por doquier a todos los pueblos afines a su partido. Fondos que nunca habían existido.
Pero el alcalde ya había firmado el contrato con el equipo de arquitectos ganador del concurso. Se dirigió entonces a la consejería autonómica. Ésta, entretanto, había destinado los fondos previstos para el museo prehistórico a otro museo, también prehistórico -cuyo programa era tan parecido que incluía incluso una réplica de la cueva paleolítica de la villa marítima-, que se estaba construyendo a muy pocos quilómetros.
¿Dos museos idénticos, financiados con ingentes fondos públicos, distantes unos pocos quilómetros? Parece imposible.
La Consejería acabó ofreciendo fondos modestos para un museo que ya no era necesario. El alcalde los volvió a rechazar. Exigía las decenas de millones de euros que pensaba destinar a "su" museo.
Tras años de negociaciones, se rindió. La sombra de un proceso por incumplimiento de contrato acechaba. Aceptó que el coste del museo se redujera sustancialmente.
Convocó un segundo concurso para escoger al arquitecto que dirigiría la obra. Quién fallaba está hoy enjuiciado. Cobró una importante comisión. Escogió, no a los autores del proyecto, sino a un arquitecto conocido no por sus obras.
El museo se ha inaugurado tras casi diez años de obras y un pozo de fondos públicos gastados.
Y el antiguo Ministro de Fomento vuelve a rondar por Asturias.
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