Column, 2006
Column, 2007
Cube, 2006
Houses, 2004
Moving Walls, 2007
Stairs, 2004
Wall, 2006-2007
Three Doors, 2007
Kitchen, 2007
Living Room, 2007
Living Room, 2006-2007
Room, 2007
El artista checo Dominik Lang (representante de la República Checa en la Bienal de Venecia 2011) compone unas obras en la facultad de Bellas Artes o en su casa que reflejan su gusto y su lectura de la arquitectura, del espacio habitable y habitado.
Todo el esfuerzo está dedicado a un largo trabajo manual; el resultado, sin embargo, parece casual, hecho al momento, casi imperceptible. Contundentes intervenciones en el espacio que apenas se distinguen. Construye un cubo blanco, de suelo a techo, adosado a un muro, que parece formar parte de la sala, a la espera de que obras de arte cuelguen de él -lo que no es posible, pues la obra es el supuesto soporte de una obra-. Levanta columnas que se asemejan a monolitos sobre una peana, o cuartos de cilindro, adheridos a una esquina, que diluyen la frontera entre un elemento estructural (necesario) y otro decorativo (casi como si fuera una moldura insólitamente situada).
Muros sobre railes, que son una obra y no un soporte -un panel corredizo, muy común en un espacio expositivo-, que se desplazan lentamente según desfilan los visitantes, modificando constantemente el espacio, logrando que aquéllos tengan una cambiante percepción del espacio que ya no depende solo de su movimiento.
Esculturas que consisten tan solo en un tronco de pirámide adherido a una pared, transformándola en un elemento estructural o divisorio inestable, afectando la pecepción del espacio, de nuevo, como si aquélla fuera a derrumbarse.
Escalinatas de madera que recubren escalinatas de piedra, convirtiendo el acceso monumental a un edificio en un acceso inseguro: los escalones crujen, parecen hundirse, como si el edificio estuviera en obras y no se pudiera acceder a contemplar las obras -obras que son el mecanismo que facilita el encuentro.
Y estancias comprimidas literalmente reducidas a los pocos y viejos muebles que la poblaban, agrupados, amontonados temerosamente en el centro de la sala, formando una pila o una pira, lo único que queda cuando la vida se ha ido -si bien, paradójicamente, constituyen patéticos tótems, los últimos símbolos aún perdurables de un espacio abandonado.
Quizá Dominik Lang sea uno de los artistas que mejor se preguntan por las condiciones -y la fragilidad y el sentido- del espacio habitable.
Suyas son construcciones donde los elementos sustentantes, los que lo definen y lo aseguran, los que dan acceso y garantizan la habitabilidad, se vuelven inseguros, y donde las huellas del pasado marcan decisivamente la vida del espacio, donde el peso de la memoria incide en la aparente frialdad o "neutralidad" de los muros y los pilares.
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