La adquisicón de conocimientos implica la participción conjunta de los sentidos de la vista y del oído, principalmente, (aunque el gusto y el olfato son necesarios para estudiar texuras y olores) y de la razón. Los sentidos aportan los datos básicos sensibles que la razón desmenuza y analiza. Decimos de una persona inteligente que tiene "mucha vista".
Las fuentes que se estudian son la "naturaleza", o son "librescas": textos, relatos, historias contados o leídos. La vista o el oído son, ciertamente, órganos privilegiados para la adquisición de conocimientos sobre lo que nos rodea.
Desde el siglo XVIII, el arte es una fuente de conocimiento. El conocimiento del arte también se basa en la coordinación de la percepción sensorial y de la razón o en entendimiento, que permiten "entender" qué es y qué significa la obra, qué aporta. Antes del siglo de las luces, se pensaba que el arte no era una fuente fiable de conocimientos (placía o instruía a quienes no sabían leer; era, pues, un recurso para iletrados, para los "simples de espíritu").
Sin embargo, la capacidad de juzgar o enjuiciar el arte (a fin de saber qué transmite) se llama gusto. El gusto es la facultad de valorar el arte como fuente fiable de conocimientos sobre el mundo.
El término gusto, empero, no se refiere a la vista o al oído, sino al sentido del gusto, precisamente. Éste permite conocer el sabor y la textura de las cosas que se prueban (goûtent, en francés, taste, en inglés: lenguas en las que probar algo, no necesariamente con la boca -se pueden probar los placeres de la vida, la libertad, etc.- se dice con un verbo que se relaciona con el acto de saborear). Una persona de gusto es una persona con discernimiento, capaz de distinguir entro lo que cuenta y lo irrelevante, lo adecuado y lo indecuado). El diablo endiablado y seductor, dotado de "buenas maneras", en la canción de los Rolling Stones, Simpatía hacia el demonio, se presenta a sí mismo del modo siguiente:
Please allow me to introduce myself "
I'm a man of wealth and taste"
Esta aparentente contradicción entre el nombre del sentido utilizado en el conocimiento del arte (y de la apariencia o cualidad de las cosas), y el o los sentidos realmente implicados (la vista y el oido) ¿es una rémora de un tiempo en que la inteligencia se medía no por una "vista aguda" o una "buena vista", sino por un gusto desarrollado?
En efecto, en Mesopotamia (en acadio), la inteligencia se decía temu. Temu era una cualidad o facultad tanto humana cuanto divina. Algunos mitos cuentan que los humanos fueron moldeados por el dios Enki para atender a los dioses, para trabajar para ellos y alimentarlos. Los humanos fueron hechos de barro y de una pequeña cantidad de materia divina, procedente de un dios ancestral, Wê-ilu, sacrificado en pos de la humanidad: Wê-ilu, astuto, agudo, encabezó la revuelta de los dioses primordiales cansados de trabajar para las nuevas divinidades del cielo; atacaron el bastíón celestial de éstos. Enki, preocupado pero ingenioso, pactó con ellos, les propuso fabricar unos muñecos que trabajarían para todos ellos; mas a cambio, tenían que entregar el jefe de la rebelión que sería sacrificado. Parte de su "energía" "animó", dotó de "alma" a las figuritas de barro moldeadas.
Wê-ilu estaba dotado de têmu, que se transfirió al ser humano recién moldeado.
Têmu se traduce por inteligencia; también por alma. También por espectro o doble (Etemmu, significa espíritu, "demonio": nombra a un ser compuesto de aire -maléfico).
En la Balada de los Gobernantes de Antaño, citada en la entrada anterior, Enki está dotado de temu. Gracias a su temu planifica el mundo y la vida de los humanos, maneja el destino de éstos. Se trata de una cualidad que tiene que ver con la arquitectura, la organización del mundo. Mientras los humanos nada saben de lo que les aguarda, Enki maneja los hilos, traza los planes vitales de sus criaturas, planifica, sin que éstas lo sepan, sus vidas, y las controla. Bienes y males están decidido por la temu de Enki.
Pero têmu o tabu significa, principalmente, apetitoso, saboreable. Se trata de una propiedad o cualidad que se descubre con el paladar, el gusto. En tanto que agradable, temu aparece como bueno (bueno, en español, bon, en francés, good, en inglés, bo, en catalan, etc. se aplican a una persona moralmente deseable o deseada, y a una cosa gustosa: que deja "bien" a la persona que la prueba, en "buen" lugar a quie la pose). Por tanto, lo gustoso, en tanto que satisface, colma, parece necesario. No se trata de una cualidad efímera o prescindible, sino "esencial"; es decir, ya no es una "cualidad", sino una "propiedad"; forma parte, o es, la "esencia" del objeto deseado, saboreado, necesario. Benéfico, oportuno: un rosario de "cualidades", que son las mismas que poseerá, milenios más tarde, el hombre de gusto, es decir, capaz de enjuiciar o valorar adecuadamente, de percibir el contenido o la idea expresada plástica o sensiblemente en una obra de arte.
Temu es o que distingue a la persona que tiene luces, que percibe mensajes o señales (contenidos) en las cosas que se le aparecen o que percibe. Se trata, entonces, de una persona dotada, inteligente.
La inteligencia, en Mesopotamia, es una propiedad, un don o facultad que tiene que ver con el alma: denota el "buen" corazón del que la posee, y su agudeza, su capacidad de escoger lo que conviene, de ver donde no se ve nada. Expresa luces. No se relaciona con la vista (bajo el sol cegador del desierto, nada se ve con "claridad", quizá), ni con el oido, sino con el gusto. La inteligencia es el don de paladear lo "bueno", de optar sin confusión posible por lo que redunda en beneficio de la vida, que permite evitar enemigos y calamidades: la cualidad de quienes están ayudados por los dioses.
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