La relación entre espacio escénico o coral (choros) y espacio "abstracto (chooros), que se comentaba en una entrada anterior, no parece descabellada -todo y las diferentes raíces de estas palabras-, opinan helenistas como Jesús Carruesco y Françoise Frontisi-Ducroux, basándose en los estudios etimológicos de Pierre Chantraine.
La noción de espacio estaría relacionada con el espacio procesional, coral, teatral. El espacio sería lo que los ceremoniantes dibujarían a medida que se desplazan. De este modo, el espacio estaría íntimamente ligado al movimiento, a la acción humano. Los hombres no se desplazarían en el espacio, sino que lo instituirían con sus gestos.
Esta estrecha, y necesaria relación entre continente y contenido, entre espacio y ser humano, entre espacio y espacio vivido, de tal modo que el espacio solo se concebiría como un espacio ligado al ser humano, próximo a él, un espacio que no existiría, no sería concebible, sin la actuación de los seres humanos, desemboca en una visión del espacio en la Grecia antigua que quizá esté en el origen de algunos rasgos de la cultura moderna.
Choros (espacio coral, procesional, teatral: sagrado, en suma) estaba también emparentado el término griego chortos. Éste significaba patio, recinto cerrado, acotado; también, prado: un lugar cercado donde existía abundante alimentación, y dónde era agradable asentarse. De algún modo chortos era un claro en el bosque. Para un griego, el bosque, la maleza era el "no-espacio", es decir un ámbito hostil a la vida, en el que era imposible desplazarse. Por eso, la creación o apertura de espacios consistía en desbrozar un terreno, en abrir claros en la selva, una tarea que, en los inicios, fue llevada a cabo por Apolo, el dios de la organización y delimitación territorial, y de la arquitectura: el dios-constructor (autor del recinto y del santuario de Delfos, considerado el centro del mundo).
Chortos provenía de una raiz, *gher-, que significaba contener. Chortos era un receptáculo de vida: un espacio ordenado donde se podía prosperar. Posiblemente no sea casual, como escribe Chantraine que el radical sáncrito (de raíz indoeuropea, como el griego) grha- se tradujera por casa (entendida como un espacio íntimo, inviolable sagrado, donde se asentaban las divinidades protectoras de la familia; de ahí, kirke, en alemán, church, en inglés: iglesia), y que, en ruso, gorod, derivado de la misma raíz, signifique ciudad. Chortos era el espacio bien defendido en el que la vida se recogía.
Si la relación entre choros y chooros es posible, y que chortos (con el que está emparentado choros) evoque la casa y la ciudad, se explicaría que choorion, un diminutivo de chooros (espacio), signifique plaza fuerte, o pueblo: un lugar construido, bien edificado, defendido.
Polichoros, que se puede traducir por "muchas plazas", era un epíteto homérico de ciudad (polis). La ciudad., así,, se caracterizaba, se representaba, se simbolizaba por un rasgo: la posesión de lugares procesionales, de "plazas" (ágoras) donde mercadear, discutir y honrar a las divinidades protectoras de la ciudad.
La noción de espacio estaba, pues, asociada al asentamiento humano: el pueblo, la plaza fuerte y la ciudad. El espacio era la ciudad: el ámbito dónde el ser humano se movía en libertad, con seguridad, libre de los peligros que acechaban en la selva, un ámbito dónde no podía defenderse, moverse.
La ciudad era el paradigma del espacio. Éste no era el espacio indeterminado, libre, que se concibe hoy, sino un lugar bien acotado, protegido, cuya imagen más precisa era el pueblo y la ciudad, sin duda amurallados: una ciudad pletórica de vida. Así, mientras nosotros equiparamos el espacio con el vacío (términos sinónimos), los griegos, en la Antigüedad, distinguían cuidadosamente chooros (espacio) de kenon (vacío, inocupado, privado -de vida). El chooros no podía estar vacío, no podía ser un ente vacío, pues el chooros nacía de la pulsión vital que la ciudad generaba. Kenooo era un verbo que se traduce por evacuar: justo lo contrario de lo que el espacio (urbano) ejecutaba: acoger, contener. La ciudad era un espacio de contención: contenía la vida, y contenía (defendía) los peligros que asediaban la vida de la ciudad. Acciones que solo un ente cargado de vida, como el espacio (de la ciudad) -pero no se concebía espacio sin cerco: sin pueblo ni ciudad- podía llevar a cabo.
Espacio urbano, trazas o plantas urbanas que, recordemos, seguían las trazas de las procesiones: eran los miembros del choros los que, mientras desfilaban -por ejemplo, con motivo de las ceremonias de fundación de la ciudad- abrían las sendas que, posteriormente, tras la fundación de la ciudad, se convertirían en la red arterial urbana. El chooros, que era el chortos (el poblado), nacía de la actividad del choros.
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