lunes, 11 de junio de 2012
Museo Arqueológico de Cataluña en Barcelona
Estatuas y estatuillas ibéricas, de bronce y de terracota / cerámica griega / Estatuilla de terracota policromada, de Tanagra (una de las mejores que existen) / Mosaico de los peces, de Ampurias.
Tras años de dirección errática o surrealista -llegó a tener un director que mandó a la basura revistas de la biblioteca sobre arte paleolítico, porque no era un tema que tratara el museo, así como ejemplares repetidos de revistas científicas inencontrables, ordenando que fueran empapadas en el cubo de la basura a fin de evitar que nadie pudiera encontrarlas -o que nadie descubriera qué estaba ocurriendo-, y decisiones absurdas -aún no anuladas, sin embargo-, como la de unir a los museos de artes y tradiciones populares, de etnología, y de arqueología, a fin de crear un museo de las "raíces nacionales" -la crisis, en este caso, favorece el museo, pues impide llevar a cabo este proyecto-, desde hace dos años, el Museo de Arqueología de Barcelona, con pocos medios, pero con inteligencia y perseverancia, ha emprendido una brillante reforma completa de la museografía (la presentación) y la museología (el guión expositivo). Se ha reformado algo más de la mitad de la colección permanente.
Ha pasado de ser un museo vetusto a ser, posiblemente, no solo el mejor museo de Barcelona, sino uno de los mejores de arqueología que se recuerde, a la altura del Museo de Yale (New Haven, EEUU), del Museo Benaki de Atenas, del Museo del yacimiento del Brujo en Perú, el Museo de arqueología de Basilea, el Museo Etrusco de Tarquinia (Italia), el Museo de Tell Meggido (Israel), algunos de los mejores museos arqueológicos del mundo.
La forma expositiva, que conjuga textos (no siempre en castellano ni en ingles, por desgracia), fotografías, documentales y gráficos, que rodean las piezas, podría anularlas o componer paneles excesivamente decorativos. sin embargo, logran que se tenga la sensación que el museo dispone de más piezas de las que tiene y que ésas son mejores de lo que son -la colección de arte ibérico es espléndida, de todos modos, solo superada por la del Museo Arqueológico Nacional de Madrid, el Museo de la Prehistoria de Valencia, y el Museo Numantino de Soria, lastrado por una presentación demasiado marcada por los años ochenta.
Los textos ofrecen datos necesarios para apreciar las piezas, pero también enfocan los problemas que esas piezas revelan o esconden: el guión estudia las relaciones entre las culturas asentadas en la costa mediterránea ibérica, particularmente norteña; trata de las relaciones, conflictivas y/o enriquecedoras, destructoras y transformadoras, entre culturas coloniales (fenicia, griega, romana), y culturas locales "autóctonas" (celtas, ibéricas). Las obras no son tratadas solo como piezas valiosas -algunas lo son- sino como obras que invitan a reflexionar tanto sobre ellas como sobre las culturas en las que se insertan, y que revelan relaciones de poder, tanto entre sociedades cuanto en el interior de una misma sociedad. Las obras son las que generan las reflexiones. Éstas muestras todo lo que las obras acarrean. Las presentan como creaciones que ilustran sobre problemas que no son son ajenos.
El museo logra sacar petroleo de su colección. En ningún momento esconde sus limitaciones, pero no se avergüenza de ellas. Por el contrario, saca un sorprendente partido de lo que las piezas evocan, sin forzar nunca su sentido; los textos ayudan a entender que las obras no son solo muestras de un talento, como si fueran obras de arte actuales, sino que se insertan, y son fruto de, un juego de conflictos, deseos, necesidades y limitaciones que marcaban las sociedades del primer milenio aC.
Finalmente, el museo ha decidido exponer, en una sala sorprendente -por la riqueza de la colección, y la pertinencia del discurso-, piezas, hasta entonces nunca mostradas, compradas a anticuarios o donadas por coleccionistas, y que denotan qué es lo que los propietarios buscaban en el arte del pasado. La muestra es un estudio sobre el gusto, y las relaciones entre el pasado y el presente, al mismo tiempo que expone piezas incomprensiblemente ocultadas hasta ahora.
Al parecer, el proyecto de fusión de museos que tratan del pasado y la tradición -como si el MNAC no tratara del pasado, de un pasado tan lejano e incomprensible, el pasado románico, como el pasado ibérico- no está abandonado. por tanto, el Museo Arqueológico de Cataluña sigue en peligro.
Razón de más para visitar, antes de que sea demasiado tarde, la mirada más inteligente que quepa sobre el "arte" del pasado lejano, obras que, por otra parte, son a menudo espléndidas o curiosas. Una visita, no sé si por suerte o por desgracia, por salas vacías, sobre todo por la tarde y en verano, cuando los escolares no invaden las salas.
Hace unos meses fui a España y en el hotel en barcelona donde me hospedé me comentaron de este museo, yo no lo conocía. Fui y quede sorprendida con los objetos que allí había. Es muy bueno y recomendable para ir.
ResponderEliminarBuenos días
ResponderEliminarMe alegro que le hayan recomendado el museo y lo haya podido visitar.
Habrá sido uno de los escasos visitantes de este museo tan desierto pero, para mí al menos, muy bueno, al menos con su presentación actualizada aunque no completada, un museo sobre el que sigue pendiendo la espada de Damocles del desmantelamiento y unión con otras colecciones que nada tienen que ver con la arqueología, y sí con la política.
Atentamente