Desde finales del siglo XIX se sabe que el relato bíblico del diluvio tiene un origen mesopotámico. En concreto fue tomado del mito acadio del sabio y fiel Atrahasis, escogido por Enki, su dios, para salvar a la humanidad del diluvio, que también se halla en el babilónico Poema de Gilgamesh, y que, en último término procede de un mito sumerio o en sumerio, el mito del sabio Ziuszudra, cuyo texto no ha llegado entero hasta nosotros.
Las palabras con las que se nombra el arca, en el Génesis, arrojan luz sobre lo que este objeto debía significar o evocar.
La Biblia de los Setenta (o Biblia en griego) utiliza el sustantivo kibootos. Significa, literalmente, caja. Mas este término traduce, en verdad, dos sustantivos distintos, aunque sinónimos, hebreos: tenáh y arôn. El primero corresponde al ma2-gur8-gur8, o magur sumerio: se trata de una gran nave (tal es la traducción literal), con la que se nombra el objeto (una caja o arca) que Utnapishtim, o Atrahasis -según qué mitos mesopotámicos- construye, por indicación de Enki, y siguiendo los planos trazados y entregados por este dios. Toda vez que ma2-gur8 también significa una figura geométrica desconocida, quizá un cubo, la propia palabra "arca" bien denota la forma o volumen de este objeto, tal como lo describen los mitos mesopotámicos: un arca cúbica: una figura perfecta, símbolo de la tierra.
El arca bíblica también es una caja cúbica. Pero el término tenáh no conlleva inivitablemente esta forma.
Lo verdaderamente significativo es que tenáh es utilizado en otro contexto. Casi se puede intuir: se trata del moisés -cuna o esquifo- en el que el recién nacido Moisés es depositado por su madre y entregado a las aguas del Nilo para escapar a la furia del Faraón. Tenáh es, así, también una cuna: un lugar dónde se nace, se renace o se vive o sobrevive. Se trata de la cuna o el origen de la vida, un espacio originario, lo que, por cierto, casa bien con la descripción del magur (el arca) sumeria, comparada con el abzu, el recipiente receptáculo de las aguas sapienciales y primordiales en dónde la vida se engendró y de la que emergió.
El griego kibootos también traduce el hebreo arôn, como hemos mencionado. Esta palabra no significa arca sino cofre. Designa el sarcófago, es decir el objeto antitético que tenáh nombra. De la cuna a la tumba. El círculo de la vida queda enmarcado por ambos términos, tenáh y arôn, ambos traducidos por el griego kibootos.
Esto, sin duda, significa que el arca bíblica, para un griego, poseía ambas connotaciones. Era, al mismo tiempo, la cuna de la vida, y el receptáculo que acunaba a los muertos. Ambos conceptos estaban relacionados. La cuna conducía a la muerte, y la tumba alumbraba el difunto a una nueva vida.
El agua, en el imaginario greco-oriental, poseía ambas virtudes: alumbraba y ahogaba. El agua era una fuente de vida y una imagen infernal.
Navegar sin rumbo, como el moisés del patriarca, o el arca de Noé, significa morir; morir con respeto a la vida que se tenía anterior, a una vida anterior. Mas esta muerte desembocaba en una nueva vida: el arca llegaba a buen puerto, permitía descender sin problemas y repoblar la tierra, como cuentan los mitos mesopotámicos y bíblicos del diluvio. Dicho regeneración de la tierra solo era posible tras la ruptura con la vida o el estado anterior, es decir, porque el arca era a la vez una tumba y la cuna de una vida renovada.
Finalmente arôn también significaba joyero. Se trataba de una caja que contenía tesoros. Esta palabra designaba así el "arca" de la alianza. Simbolizaba -y encerraba- la unión entre dios y los hombres, lo que garantizaba a éstos una nueva vida, alumbrada por la divinidad. El arca de la alianza, que un templo portátil, y un sagrario, permitía que la divinidad estuviera entre los humanos, y les guiara por el "buen" camino, llevándoles, sanos y sanos, durante la travesía del desierto -una travesía que implicó la muerte con un estado o condición anterior, las condiciones de vida en Egipto, y que duró cuarenta años, equivalentes a los cuarenta días que, según el Génesis, cayó el diluvio-.
El arca, así, era lo que mantenía a la humanidad en vida, y les aseguraba una vida futura, más allá de la muerte que la misma arca causaba: mantenía el ciclo de la vida de nacimientos y renacimientos.
Cuanta simbología en los relatos. Me gusta la interpretación sobre el arca del diluvio como el paso previo a, el puente hacia un nuevo amanecer, una nueva vida, morir para renacer. A veces en estos intervalos se experimentan fuertes movimientos, altibajos, alteraciones muchas veces necesarios para vaciar y luego permitir ver con claridad el sendero; las olas golpean contra el arca pero ésta sigue firme en el mar agitado, frente a las adversidades. El desierto en los relatos es también el sitio de intervalo, de paréntesis, un lugar místico, muchas veces de reencuentro con uno mismo y con todo; hay mucha vida en los desiertos. En las necrópolis de Menfis de Egipto se perciben grandes monumentos (Sakkara,etc) a la vista pero una vez allí, contemplas el desierto y percibes en su lejanía templos y pirámides enterrados aun por descubrir e impacientes por salir a la luz para contarnos más historias/narraciones.
ResponderEliminarGracias y Feliz año nuevo 2013.
Esther
El vide-oarte de la artista iraquí Jananne al-Ani: Shadow Sites II, mostrado en la exposición Antes del diluvio. Mesopotamia 3500-2100 aC, en Caixaforum (Barcelona), revela cómo la imagen occidental del desierto no atiende a lo que es el desierto: un lugar dónde la vida logra insertarse; un espacio que no es necesaria o inevitablemente la antítesis del espacio templado y benigno occidental -según la imagen que tenemos, los "occidentales", de éste-.
ResponderEliminarTras el amarraje del arca, el mito bíblico del diluvio concluye con un primer signo de la alianza, que no es aún el arca (de la alianza), sino el arco (iris): un puente tendido entre dos mundos, que compone un arco de luz que devuelve la vida, o simboliza el retorno de la vida a la tierra, así como la nueva unión entre el ser humano y la divinidad.
Gracias por su comentario, y Feliz Año nuevo.
Iré a ver el vídeo de la artista que menciona; En los espacios aparentemente desérticos: cómo olvidar el paso de las antiguas civilizaciones por estos bellos parajes y a lo mejor no tan áridos como ahora? Con conocimiento y un poco de imaginación recreamos estos lugares pasados poblados de monumentos o no, a veces olvidados, dándoles vida y entonces varias respuestas llegan sin preguntar. Siempre he creído que tanto la historia de la Tierra como la del ser humano están escritas en las piedras, el origen.
Eliminar¿Podría decirse que el mito, la leyenda, son el punto de conexión, el puente entre la divinidad y lo humano?
Gracias de nuevo por sus respuestas, compartir sus grandes trabajos y relatos.
Esther
Buenos días
ResponderEliminarSupongo que, en efecto, dado que el mito trata de aportar una explicación irrebatible o indiscutible acerca de temas o problemas relacionados con la vida humana, toda vez que los seres sobrenaturales son descritos como los responsables de aquéllos, los mitos ponen en contacto a hombres y dioses, y ofrecen una visión del mundo sobrenatural que, al mismo tiempo, aclara qué ocurre y porqué ocurre, y muestra que nada puede hacerse para evitar las decisiones de los dioses. Se pueden luchar contra ellas, sin duda, y retrasar su aplicación, o al menos suavizarla, pero ineludiblemente lo que el cielo ha decidido acaba por cumplirse tras un tiempo de amenaza.
Un mito, posiblemente, sea un catalejo que permite otear -mas no incidir en- lo que acontece arriba -o abajo.
Muchas gracias por la observación.