domingo, 17 de febrero de 2013
TADASHI KAWAMATA (1953): TREE HUTS (Cabañas en los árboles, 2008-)
Desde el año 2008, el escultor japonés Kawamata construye cabañas: pequeñas edificaciones, levantadas con materiales de derribo, a menudo (planchas metálicas recuperadas, vigas de madera reutilizadas, láminas de vidrio, etc.), sin plan preconcebido. El modelo, si éste existe, es el de una barraca de una "favela". Se insertan o se apoyan en lo alto e los árboles, en esquinas de edificios de piedra historiados, sobre gruesas estructuras metálicas, como un nido; se agarran en medio de postes, de pilares; cuelgan, en apariencia inestables, de ventanas y balcones; recuerdan también telas de araña, capullos de hilos de seda. Son como estructuras de una obra en construcción que, de pronto, se levantan cuando la obra ha concluido. Desbaratan el tiempo, retrotrayendo el tiempo del edificio al de sus inicios. El voluntario aspecto inacabado de la cabaña contrasta con la masividad, la inexpresividad del edificio al que se adhieren, devolviéndole algo de la vida que ha ido perdiendo.
Al principio, esas construcciones fueron prohibidas; luego, los permisos llegaron, dificultosa, tardíamente. Parecían "cuestionar" las nítidas diferencias entre lo público y lo privado: eran -son- como espacios domésticos mínimos, que sugerían necesidades básicas de alojamiento que debían ser satisfechas a toda prisa, que se insertaban en lugares públicos (edificios casi siempre institucionales, cuyas fachadas, que expresan la seriedad de las tareas que cubren -o esconden- se veían "mancilladas" por esas cabañas al parecer "espontáneas").
Recuerdan el tiempo en que los humanos vivieron en el bosque; evocaban las soñadas cabañas de los inicios, la llamada casa de Adán, construida en un claro en el bosque, con troncos y ramas apenas limpiados.
Dos tiempos, de los inicios y del presente, se encuentran. Dos modos de vida, dos enfoques o planteos vitales. Dos cualidades también -dos conceptos de lo que tiene que ser, o es, un objeto manufacturado: en uno, todavía se percibe el obrar humano; en el otro, la lisura, la frialdad, la eliminación de cualquier traza o huella humana (manual) denota una visión muy distinta del ser y del papel del creador-. La cabaña no dura; se construye asumiendo la destrucción temporal, que afecta al ser humano y al entorno; en el otro, se levanta pretendidamente para la eternidad; en la cabaña, no existe ostentación manual o técnica; solo revela inteligencia y humildad, sometimiento al entorno y capacidad de aprovechar recursos y disposiciones naturales; de insertarse en el entorno; las casas de piedra dan la espalda, niegan o no quieren ver lo que les rodea y dónde se ubican.
Pero las cabañas de Kawamata también expresan que el entorno en el que se ubican ya no es, como en los tiempos primigenios o pasados, un entorno incontaminado, sino que los árboles son pilares de hierro o de hormigón, o árboles domesticados en un parque urbano.
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