“Ahora, lo
que me preguntáis, por qué causa me hiere, os lo aclararé. En cuanto se sentó
en el trono paterno, en seguida distribuyó entre los dioses sus privilegios, a
cada uno diferentes, y organizó su imperio; pero no se preocupó en absoluto de
los míseros mortales, sino que, aniquilando toda la raza, deseaba crear otra
nueva. A este proyecto nadie se opuso sólo yo. Yo me atreví; libré a los
mortales de ir, destrozados, al Hades. Por eso ahora estoy sufriendo tales
sufrimientos, dolorosos de sufrir, lamentables de ver. Por haber tenido ante todo piedad de los
mortales, no fui juzgado digno de conseguirla, sino que implacablemente estoy
así tratado, espectáculo infamante para Zeus.” (Esquilo, Prometeo encadenado)
Burlarse de los dioses, poner en duda o en jaque sus
capacidades tenía un precio. Los humanos lo pagaron, sobre todo una divinidad,
Prometeo (que significa El Previsor), que decidió abandonar a Zeus y la corte
celestial, y ayudar a sus criaturas, los humanos que había un día modelado con
barro y dotado de espíritu, a fin que sortearan las calamidades con las que el
cielo quiso castigarles. Los educó y les
enseñó cuantas técnicas necesitaron para habilitar la tierra y recorrerla sin
perderse, en contra de la voluntad de Zeus.
Zeus, entonces, escondió el fuego; sin él, los humanos no
pudieron alimentarse, tener hogares ni útiles forjados con los que labrar la
tierra; perdieron hasta las luces y el fuego de la pasión. Prometeo robó una llama de la pira del divino Hefesto,
el herrero de los dioses, o de la rueda de fuego del Sol, y lo devolvió a la
tierra. A esa falta se sumaba que El Previsor conocía un secreto que afectaba decisivamente
a Zeus, pero que éste no era capaz de penetrar: el nombre de la divinidad, un
hijo suyo que aun no había nacido, que acabaría un día con él. Fue entonces
cuando Zeus mandó que Prometeo, como un dios torturado, fuera encadenado en lo
alto de un monte en el Caúcaso, y que un águila le picoteara el hígado
regularmente, mientras desencadenaba un diluvio. Mas Deucalión, el hijo de
Prometeo, salió con vida de las aguas cuando éstas descendieron y repobló la
tierra con seres humanos. Prometeo pagó un alto precio pero el Cielo se le
rindió.
Nota: La cerámica griega del encabezamiento, de los Museos Vaticanos, se mostrará en la exposición Mediterráneo. Espacio compartido, en Caixaforum, Barcelona & Madrid, a partir de marzo de 2014.
"Mediterráneo. Espacio compartido"... apuntada en la agenda. Título inmejorable.
ResponderEliminarJorge, mediterráneo en Finlandia
Hola Jorge
ResponderEliminar¡Gracias!
Trabajando a fondo en esta nueva exposición. Algún buen préstamo ya confirmado.
El texto Prometeo pertenece a esta muestra así como el último sobre el ágora
Gracias
Recuerdos