Un oráculo de Apolo advirtió a unos padres que les nacería un hijo que iba a trastocar el mundo. en honor suyo, lo llamaron Pitágoras: el designado por la Pitia, la sacerditisa délfica de Apolo.
¿Existió Pitégoras? Sin duda; mas, ¿qué se sabe de él a fe cierta? Muy poco. No se sabe si escribió tratados; lo que sí se sabe es que surgieron sectas, a principios del s. V aC, que se decían seguidoras de este pensador, influido quizá por sectas órficas, y que influyó sin duda en Platón.
Se escribieron al menos tres biográfías de Pitágoras en la Antigüedad, pero todas centenares de años tres su desaparición.
Pitágoras -al igual que los cultos de Démeter en Eleusis, los círculos dionisíacos, las sectas órficas- descreyó de los dioses olímpicos o, al menos, no parece que les otorgara excesivo crédito. Lo que caracterizaba al cosmos no era que fuera la morada de los dioses ni que hubiera sido creado por ellos, sino que el mundo estuviera regido por una "divinidad" suprema: la matemática, que permitía mesurar el universo, es decir, convertirlo en un todo armónico, que exteriorizaba los valores ligados a la contención. En este mundo bien pautado, los seres verdaderos, es decir las almas, bien equilibradas descendían, participaban de la vida terrenal y ascendían, volviendo a su lugar de origen, tras sucesivas migraciones terrenales.
El cosmos y el alma estaban ordenados de manera idéntica: unidades de medida los regulaban, convertiéndoles en entes armónicos, cuyos desplazamientos, regulados, provocaban sonidos envolventes: la música de las esferas, que entraba en resonancia con la música interior. Todos los entes o cuerpos bien planificados y ejecutados eran órganos que creaban música "sinfónica" que simbolizaba la buena conjunción de los entes, su acorde, o su acuerdo perfecto. Las distensiones, la falta de armonía estaba proscrita.
Semejantes consideraciones se alejaban de la visión "tradicional" del mundo, regido por dioses enfrentados, en el que vivían seres insustanciales y de corta vida, los humanos, pronto reducidos a humo y enviados al inframundo donde proseguían una vida que no era vida. Entre lo alto y lo bajo, los mortales y los inmortales no cabía conjunción alguna. El mundo solo el escenario donde regía el hado funesto e implacable. El universo no era hermoso, según la visión griega "convencional".
De Pitágoras se contaba que había estado en Egipto, en Arabia, en Mesopotamia (en Babilonía, en particular, donde se habría encontrado con Zoroastro), incluso en la India. De Platón también se diría algo parecido.
Se ha discutido si estos viajes y estas estancias acontecieron. No son descartables, pero posiblemente, en parte, al menos, son improbables. Pitágoras hubiera tenido que vivir múltiples vidas para emprender tantos y tan prolongados desplazamientos.
Pero la veracidad de los hechos no es necesariamente lo más importante. Lo que importa, por el contrario, es que se considerara que Pitágoras tuvo que ser adiestrado en Oriente -del mismo modo que se pensaba que Dionisos, antes de seducir a Grecia, emprendió un viaje a la India del que volvió triunfante, con un séquito compuesto de las más insólitas criaturas, desde sátiros y ménades hasta panteras.
En la Grecia del siglo VI aC, el Próximo Oriente era juzgado como el espacio de todos los excesos. Babilonia no era la ciudad denostada sino la capital persa -que Alejandro conquistaría y derribaría. El mundo oriental era la tierra donde moraban todos los seres que no formaban parte de la ciudad: seres incultos, y salvajes, como las Amazonas, por ejemplo. Los monstruos más temibles, desde la Gorgona hasta la Quimera moraban en Oriente.
Mas, gracias a figuras como Pitágoras y a sectas como lo pitagóricos y los órficos, Oriente -y, en particular, Babilonia- dejaron de ser considerados siempre como la tierra de la desmesura para transformarse en el lugar de la sabiduría. De la desmesura al misterio, de la oscuridad a la profundidad.
Seguía siendo un mundo alejado del mundo griego; se definía antitéticamente; asumía valores contrarios al espíritu griego. Pero, cada vez, en Grecia se instalaban figuras que no reconocían a los olímpicos, a quienes se les atribuía un conocimiento cierto sobre los secretos del mundo, y esta mamera de abordar el estudio del universo, así como los datos obtenidos, esta manera nueva de mirar al mundo, procedían de Oriente.
La claridad griega adquirió profundidad. Lo importante no es que este cambio se hubiera producido gracias a conocimientos orientales, sino que los griegos atribuyeron estos conocimientos a Oriente, a Babilonia (y a Egipto): la visión griega de Oriente cambiaba, y la fascinación por Oriente lentamente se alzaba: un Oriente de fantasía, soñado, y por tanto, posiblemente falso, pero soñado o anhelado, al fin.
Aquel mundo de dioses, héroes y titanes queda hoy algo más olvidado. Ray Harryhausen ha partido hacia la casa de Hades.
ResponderEliminarSaludos,
Santiago
Acabo de leer que, en efecto, el realizador de los maravillosos efectos de películas como Jasón y los Argonautas -en las que muñecos representaban a héroes míticos- ha fallecido.
ResponderEliminarLos héroes de carne y hueso desaparecen; pero su obra, y quizá su nombre y apellido, sí perduren
Gracias por el recordatorio