Fotos: Tocho, Museo Arqueológico, Universidad de Johns Hopkins, Baltimore (EEUU), noviembre de 2013
Las "casas del alma" egipcias, ya comentadas en este blog, son modestas piezas de terracota. Comprenden una bandeja, que dispone habitualmente de un canal de libación, que soporta reproducciones de alimentos, y una maqueta de una casa popular, en la que, a veces, se descubren figuras.
Estas piezas cumplían una doble función: servían como un monumento funerario y como la morada del alma del difunto. En efecto, los enterramientos muy sencillos consistían en la deposición del cuerpo no momificado sobre una estera en un hoyo de pequeñas dimensiones, rellenado y recubierto de arena, sobre la que se depositaba este pequeño objeto.
A principios del siglo XX, el arqueólogo Petrie desenterró un par de centenares de este tipo de piezas -la arena las había sepultado-, todas datadas de finales del tercer milenio. Vendidas o cedidas a todos los museos con colecciones egipcias suelen hallarse en las reservas, aunque algunas se han incluido en las colecciones permanentes en los últimos quince años. Nunca han sido mostradas juntas.
La presente casa del alma, de cierto tamaño (unos cincuenta centímetros de largo) -poco conocida, entre otras razones porque el pequeño museo arqueológico de la Universidad Johns Hopkins de Baltimore (un museo de estudio más que un museo turístico, con notables piezas egipcias, sin embargo) ha estado cerrado durante años por reformas y reabrió ayer- presenta la singularidad que la bandeja tiene la forma de una nave en la que el alma (el ka o el ba) navega, en un incierto viaje, pero defendida por su hogar, hacia el más allá.
No hay comentarios:
Publicar un comentario