sábado, 28 de diciembre de 2013
CARLOS SPOTTORNO (1976): ARQUITECTURAS SUREÑAS (THE PIGS, 2013)
Los PIGS son los acrónimos de Portugal, Italia, Grecia y Spain (España), países sureños arruinados o rebeldes a los dictados del Banco Central Europeo y de países europeos norteños.
Pigs son cerdos, en inglés
The Economist es el título de una revista económica británica, seria, respetada y ultra liberal (para la que el presidente norteamericana Barak Obama es un peligro público).
THE PIGS es es título de un álbum de fotografías del fotógrafo español Spottorno, cuyo diseño parodia el de The Economist, y que ofrece imágenes que responden a los tópicos sobre países sureños mediterráneos que circulan en el norte de Europa, aunque algunos son retratos dolorosamente certeros sobre la urbanización del territorio, un tema ya tratado por la arquitecta y fotógrafa Julia Schulz-Dornburg en su texto Ruinas modernas.
Ambos libros ofrecen una imagen objetiva o distante al mismo tiempo fascinada y horrorizada del estado del territorio mediterráneo, fruto de la codicia, la violencia y la corrupción, que no son exclusivas de países sureños.
Carlos Spottorno // THE PIGS from haveanicebook on Vimeo.
Carlos Spottorno es un gran fotógrafo, un artista muy versátil, un fotógrafo sabio que sabe muy bien lo que se hace y que además sabe escribir. Demuestra ser comercialmente muy listo al utilizar la sigla PIGS para bautizar esta serie. Nada que objetar, al contrario, un ensayo fotográfico ejemplar y demoledor.
ResponderEliminarSin embargo, los márgenes de las ciudades –de TODAS las ciudades- e incluso sus centros, son caldo de cultivo para encontrar estas paradojas visuales, contradicciones, trampantojos, absurdos, desolación y encuentros kitsch, evidencias de la especulación, la corrupción, la incompetencia o el mal gusto. Desde París a Vladivostok, como bien dice el comentario. Hay que ir de safari fotográfico ciudadano o aprovechar cualquier ocasión para que la mirada educada descubra el trébol de dos hojas. Por supuesto que es más fácil de encontrar en los países PIGS y en los emergentes también llamados BRICS (Brasil, Rusia, India y China). Y ya no digamos en el segundo y el tercer mundo.
En Palermo todavía siguen derribados edificios enteros como consecuencia de la Segunda Guerra. En la fea Atenas actual, la pequeña iglesia Ortodoxa convive rodeada de elevadas cajas de zapatos, Lisboa, en su hermosura, conserva rincones donde es difícil diferenciar la estética popular pobre del tiempo detenido, etc., etc. Y en mil sitios de España ya lo sabemos, el libro “Ruinas modernas” levanta acta visual sin apenas necesidad de añadir nada más.
No obstante, como el mundo no es perfecto ni se le espera, la fascinación que provocan estos encuadres proviene de la misma necesidad que tenemos de imperfección, de manera que sin desorden no hay orden posible; creo que para la salud mental colectiva, un poco de caos y mal gusto siempre vienen bien y se agradecen. Admiramos a las ciudades más hermosas y eficientes, pero sabemos que no son sólo fruto de valientes golpes de timón y de una progresiva y honesta evolución, sino también de afortunadas improvisaciones. Es oportuno traer a colación el libro “En la ciudad del mañana”, recomendado por el blog “Arquitectura+Cine+Ciudad”, donde a través de la correspondencia de sus autores, se pone de manifiesto la vana y reiterada pretensión del régimen de la RDA de crear la ciudad “perfecta” abocada siempre al fracaso como todo ideal sin aparentes fisuras: el dorso de la moneda de las imágenes de Julia Schulz-Dornburg.
Saludos.
La necesidad de cierta imperfección es muy cierta. Quizá su falta explique la inhumanidad de las ciudades fundadas y levantadas ex-nuovo en el siglo XX. No tienen historia, no albergan historias que contar, los muros no esconden secretos. La vida genera escombros, desechos y desconches. Su falta testimonia de la falta de vitalidad.
ResponderEliminarSin embargo, cuando la basura y el horror crece desmesuradamente, ahoga la vida.
Desde luego, no existe ciudad sin su antítesis. Las periferias son siempre marginales; lugares de paso, en los que casi nada puede echar raíces. Pero, a veces, su falta de concreción, su carácter efímero, evanescente, las dota de una extraña y culpable fascinación -porque nos gusta aquello en el que no nos gustaría vivir.
Totalmente de acuerdo. ¿Que sería de Barcelona y buena parte de sus habitantes sin haber erradicado los barrios de chabolas como el Somorrostro, Can Tunis, Camp de la Bota, El Carmel, La Perona, Pekín, Montjuïch, La Mina, etc.? En mi comentario he cargado un poco las tintas para que se me entendiera.
ResponderEliminarGracias.
Es sorprendente la lista de áreas con chabolas que existieron en Barcelona hasta 1989 -Can Tunis duró incluso más.
EliminarRecuerdo aún la desolación, la angustia que provocaba el Camp de Bota poco antes de los Juegos Olímpicos hace veintiún años
En efecto, lo que se tardó en erradicarlas por completo…, a un paso de las Olimpiadas! Este fenómeno, y según el momento, tuvo su correlato: la reubicación posterior de las familias, muchas veces en construcciones casi de tan pésima calidad como las chabolas, y casi siempre en áreas sin ningún tipo de servicio, en la periferia también. Por lo que conozco, el barrio o urbanización Cinco Rosas fue de lo mejor, en Sant Boi, ahora creo que denominada Camps Blancs.
ResponderEliminarTodas las ciudades grandes en España han tenido un hecho similar. Y lo tienen todas las grandes ciudades europeas con pasado colonial. La novela “Tiempo de Silencio” desarrolla su tragedia en uno de esos barrios de Madrid, ciudad en la que todavía quedan algunos que son refugio de la drogadicción o de familias rumanas. Francisco Candel, Antonio Rabinad, Juan Marsé, Vázquez Moltalbán, Benet i Jornet, Terenci Moix, dieron cuenta de la vida de la periferia o barrios populares de Barcelona, como el Clot o el Chino (hoy Raval), en la mísera posguerra. Haber vivido en ellos imprime carácter. También todos los fotógrafos importantes de estos años dieron afinado testimonio.
Más difícil es solucionar el “chabolismo interior” en barrios antiguos y depauperados. En Barcelona, a pesar del intento de esponjar el Raval, no se ha evitado que partes o calles enteras se hayan convertido en guetos voluntarios o inevitables.
Saludos.
Casi toda la obra de Marsé, retratando el Guinardó, me ha fascinado; y leí con mucho gusto la novela de Candel, Donde la ciudad cambia de nombre, con la Zona Franca de protagonista,.
ResponderEliminarBellvitge o Torre Baró son "ejemplos" de chabolismo disimulado construidos por próceres de la ciudad cuya cuenta corriente sin duda aumentó tras esos desfalcos. No sé si fueron Figueras o Samaranch.
El chabolismo interior, expresión acertada, es aun una lacra. Se empezó a rehabilitar bien el Raval en la primera mitad de los ochenta; luego, con las prisas y la necesidad de rentabilizar el trabajo, degeneró. Se prefirió derribar a suturar.
Luego, llegaron las mafias y familiares de regidores de los que es mejor no hablar....