domingo, 15 de diciembre de 2013
CHARLES SIMONDS (1935): DWELLINGS (MORADAS, 1970-2013)
Érase un tiempo en que la tierra, antes que por los seres humanos, estaba poblada por los Little People, el Pueblo Menudo. Eran semi-nómadas. Moraban en cuevas y hondonadas, abrigos naturales, concavidades rehundidas en montes y acantilados. Pero llegó la hora de los hombres predadores. Conquistaron el mundo. Construyeron ciudades que fueron gangrenando el espacio. Los Little People menguaron; y desaparecieron, o se refugiaron en las fallas de la tierra. Ya nadie los volvió a ver.
Las ciudades que los hombres levantaron crecieron, y se resquebrajaron. Los edificios se arruinaban y decaían; la hierba crecía de nuevo entre las placas de hormigón.
Un creador pensó que los Little People podrían, quizá, levantar de nuevo la cabeza. Por si eso ocurriera, Charles Simonds, un artista ¿conceptual? norteamericano, empezó a modelar, en y a partir de 1970, diminutas ciudades de barrio en las grietas de los muros, los desconches, las regatas mal tapiadas y, al resguardo del viento y la lluvia, las quicios de las ventanas rehundidas de altos edificios en ciudades o, como si fueran nidos, bajo las campanas metálicas de las chimeneas que almenan los mansiones de metrópolis como Nueva York, París, Londres, Berlín o Shanghai. Así, los Little People podrían de nuevo cobijarse. Sus ciudades fugaces volverían mientras las urbes humanas se hundirían -o se están hundiendo.
Las moradas y las urbes de Simonds están hechas de adobe. Pasan desapercibidas, y se mantienen lo que la lluvia, el viento y los transeúntes permiten. Se inspiran en la arquitectura de los Pueblo, tríbus nativas del sur de los Estados Unidos que vivían en edificios construidas en las grandes concavidades de las paredes rocosas de los abruptos tajos que cortan la gran meseta arbolada de Mesa Verde.
Simonds construye estas ciudades temporales e invisibles desde hace cuarenta y tres años. Hoy ya no se le considera un vándalo urbano. Por eso, algunas se han refugiado, lejos de la vista de los humanos, en rincones de edificios públicos. Así, si uno se asoma por el hueco de escalera del Museo Whitney de Nueva York, descubre, con sorpresa, si agudiza la vista, en una pequeña repisa esquinada, decenas de metros más abajo, una mota de barro, casi un resto de una obra olvidada, en la que, fijándose bien, se intuyen diminutas casas que brotan de la tierra, una promesa de vida en el museo, cuando los visitantes partes y las luces enmudecen.
Nota: Dwellings, un cortometraje documental sobre el trabajo de Simonds, de 1972, fue incluido el domingo 24 de octubre de 2010 en este blog Tochoocho.
Véase también otro documental sobre el trabajo de este artista, Dwellings-Winter, de 1974, en el portal legal Ubuweb, así como la página web del artista.
Este artista ha expuesto en Barcelona, en 1994 y, recientemente, en Bilbao. Pero las ciudades de los Little People solo tienen sentido cuando no se exponen a la vista, precisamente, cuando pasan desapercibidas -y se descubren si se mira atentamente y se piensa en las grietas de nuestras ciudades. Es entonces cuando los Little People acuden acaso en nuestra ayuda.
Descubrí a Charles Simonds en 1992, no recuerdo si fue en Chicago o en San Francisco, mi hermano dice que en la segunda, pero yo creo que no. De lo que si estamos seguros ambos es que él hizo, o tocó, no sé qué, que provocó que se dispararan todas las alarmas del museo y acudieran rápidos los servicios de seguridad. Casi nos detienen, ya sabe cómo se las gastan en los USA
ResponderEliminarCharles Simonds me sedujo en seguida, por su obra en sí, por recordarme las maquetas y pesebres de los que tanto hemos hablado y por el homenaje evidente a la arquitectura de los indios Pueblo, los Hopis y los Zunis. Esas casas de adobe situadas en lugares inaccesibles, en peñascos, en grietas y enormes cuevas altas que dominaban un plano, con accesos fáciles al agua pero difíciles de acceder. Esa dificultad los protegía, como si fueran unas murallas, de los nómadas apaches. Casas casi colgadas en paredes abruptas y verticales, casas, muchas de las cuales, como las kiwas, que se accedía por el techo igual que en Çatal Huyuk.
Casas sencillas, humildes, construidas con unos cimientos mentales poderosos; mundos verticales como si la ley de la gravedad funcionara para ellos de otra manera.
Debe de haber otros, pero el más llamativo es Pueblo bonito, que rompe la tradición y que se construyó en una llanura, por decirlo así, a la intemperie, aunque un risco le protegía las espaldas.
http://en.wikipedia.org/wiki/Pueblo_Bonito
Charles Simonds también protege su obra elaborándola en lugares recónditos pero abiertos, ella pertenece a ese mundo del grafiti, ese arte plenamente arquitectónico al que no le sirven los museos.
Es curioso, hablábamos de las instalaciones, muchas de ellas necesitan el espacio de un museo para “instalarse” y muchos edificios, en cambio pero siguiendo la misma lógica, quieren convertir la ciudad en un museo.
Saludos cordiales, hoy no se ha disparado ninguna alarma.
¡Y eso que ocurrió antes del 11 de Septiembre de 2003! Los habrían encerrado en las maquetas, de haber ocurrido en el siglo XXI.
EliminarLa fuerza de las instalaciones en grietas, en la calle, en lugares inaccesibles y casi invisibles, akl exterior, reside en que se obvia el efecto belén en que pueden caer cuando dichas construcciones diminutas se presentan sobre una pena para ser expuestas en galerías y museos, y adquiridas.
La intervención en el hueco de la escalera del Museo Whitney de nueva York tiene la gracias que combina la maqueta invisible con la construida para perdurar. Es duradera y, sin embargo, se esconde, apenas se anuncia, y nadie le presta atención. Hace falta inclinarse en el hueco de la escalera y forzar la vista, con suerte.
Hoy, con todas las películas sobre Hobbitts y otros horrores, también podrían parecer decorados de films medievalistas; las maquetas o ciudades diminutas callejeras están tan ligadas o adaptadas a los desconches y las grietas que el azar labra, que evitan también este efecto. Parecen al mismo tiempo necesarias y casuales, fruto del trabajo del tiempo en los edificios. Y evocan bien una vida oculta o subterránea, invisible y necesaria o sorprendente.
La relación con las grandes construcciones de los Hopi en Mesa Verde podría ser caricaturesca y no lo es. Es mas, no es necesario establecer esta relación para que las ciudades del Pueblo Menudo tengan sentido.
Desconozco si la obra actual de Simonds sigue teniendo la misma fuerza dado que, cuarenta y cuatro años más tarde, sigue labrando ciudades parecidas.
Una muy bonita fábula, sí señor.
ResponderEliminar¿Conceptual? Claro, ¿por qué no? Todo arte es conceptual. No es un comentario a su pregunta, que la hace perfectamente retórica para situar la obra, sino a la idea misma de la corriente, un pleonasmo importante, creo yo.
Ahora que se han reunido traducidos todos los cuentos de J.G. Ballard, la obra de Simonds y esta fábula me hacen acordar de uno de ellos, “Bilenio”, un mundo sobrepoblado sin apenas espacio que les obliga a vivir en celdas y por turnos, al estilo de un submarino, una de sus primeras distopías y muy bien narrada. O la película “El increíble hombre menguante”, o la isla de Lilliput.
Precisamente hablando de instalaciones en otro post, es oportuno decir que las de Charles Simonds me parecen modélicas; son tiernas y terribles, lo contrario de pretenciosas, un humor fino las envuelve en su aparente modestia, y dan pie, por ejemplo, a hacer volar la imaginación como usted. Y esa ocurrencia de agazaparse escondidas en rincones… Abundando en la idea de los belenes, ante estas piezas es imposible no rememorarlos en los días del año que estamos.
Menuda “performance” debieron montar “el Peletero” y su hermano… :-)
Saludos a los dos.
Si evocan belenes, que lo hacen, evitan el aspecto blando que las maquetas a veces tienen (o los belenes, sobre todo institucionales), para evocar, por el contrario, la fuerza de los mejores juguetes, en los que se adivina algo esencial.
EliminarDesconocía el texto citado. ¡Lo busco!
¡Gracias por la recomendación!
Es verdad,hay un hilo entre estas ciudades,las maquetas,la ciudad de superman, las bolas de cristal con ciudades sobre las que caía la nieve y los belenes La fascinación de un mundo que cabe en la palma de la mano.A vista de pájaro.
ResponderEliminar¡No se me había ocurrido!
EliminarPero es cierto, son todas piezas que caben o parecen caber en la mano, de ahí la atracción que ejercen.
Las bolas de nieve son, al mismo tiempo, terribles -kitsch- y fascinantes. Se intuye que guardan algún secreto, e impiden llegar a un mundo mucho más deseable que el nuestro, preservado por la burbuja de cristal, como el País de las Maravillas -y los Horrores.
Aunque en el caso de Kandor y de estas ciudades la intención es más profunda ,pues hablan del deseo o la nostalgia de otro mundo
ResponderEliminar¡Cierto! Y como el verdadero deseo, queda siempre insatisfecho, aunque no se elimina el deseo de alcanzarlo, de intentarlo nuevamente.
Eliminar¡Precioso! No conocía a este artista. Gracias por el enlace.
ResponderEliminar¡Gracias! Hoy, supongo, la estrella de Simonds quizá decaiga. Por eso, lo olvidamos un poco, y sea útil recordar sus mejores piezas
EliminarSí, yo también lo había pensado, que tantos años con el mismo motivo como materia de su obra puede llevar al final a una repetición infecunda y tal vez un tanto agotada.
ResponderEliminarHay artistas muy, muy dispersos, y otros, como Simond, obsesivos hasta la extenuación. Creo que hubiera podido o podría hacer radiar su obra con otros motivos parecidos, civilizaciones afines, inventadas o no, y con la misma fuerza y poética sin necesidad de traicionarse siguiendo con su Pueblo Menudo ¿Estamos contemplando nuevos restos arqueológicos agazapados, o sigue siendo un pueblo vivo? A pesar de todo creo que sigue vivo, la prueba es la fascinación que produce a quienes lo descubren por primera vez.
Recuerdo otro relato de Ballard, no sé si estaba en el mismo volumen o en otro (en la clásica y pionera colección Minotauro de los años 70), que creo se llamaba “Ciudad de concentración” – y que imagino ahora estará reunido en esta última recopilación- donde ocurre algo bien distinto a “Bilenio”; se trata de una ciudad ilimitada que se expande por todos lados del espacio, pero que es al mismo tiempo como una cárcel, nadie puede salir de ella.
Por cierto, recuerdo también y perfectamente otro cuento suyo que se llama “El gigante ahogado” que García Márquez fusiló descaradamente con el título: “El ahogado más hermoso del mundo”, en su libro de relatos “La cándida Eréndida y su abuela desalmada”.
Un saludo.
Solo conocía el nombre de Ballard. Voy a buscar ahora sus cuentos.
EliminarTrabajar obsesivamente, sobre unos mismos temas, puede no ser un problema o un lastre. En el caso de Simonds, creo que un problema fue la creación de maquetas para galerías, es decir objetos exentos, listos para la venta, si bien esta "crítica" puede ser fácil y gratuita toda vez que no se vive del aire.
Idealmente fue una cierta traición a un proyecto, pero al mismo tiempo, las ganancias obtenidas han permitido al artista seguir hurgando en y poblando las grietas, para beneficio o disfrute de todos -los que pasan por allí y vuelven la vista.
Claro ,como usted decía ,fuera del contexto urbano pierden su sentido.
EliminarAprovecho la mención de los belenes para desearles una feliz Nochebuena :-)
EliminarMuchas Gracias.
Felices fiestas igualmente
Ciudades para desaparecidos o invisibles, en galerías: se convierten en juguetes o "bibelots", ciertamente
Viendo el cuidado con el que trabaja (y si es siempre como aparece en el video de su página web) dá la impresión de que cada vez que repite una ciudad está recreando ese mundo.Sus otras obras (al menos las que se ven en la web)hablan de reinos orgánicos,vegetales.Parece que vive intensamente la nostalgia de otra vida.
ResponderEliminarParece que, en efecto, Simonds disfruta creando mundos. Ciudades de barro, naturalezas muertas, sí, la creación de un universo vivo en miniatura. No lo había pensado. Hasta ahora veía sus naturalezas muertas inferiores a sus ciudades. Pero una lógica debe de ligar ambos proyectos, ciertamente
ResponderEliminarIgualmente María, felices fiestas, y un buen año 2014 !!!
ResponderEliminarGracias,Belart :-) (y que dios te oiga en lo del buen año 2014:-)
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