El doctor David Abulafia (1949), profesor en la Universidad de Cambridge (Reino Unido), autor de una reciente y monumental obra (El gran mar. Una historia humana del Mediterráneo, Crítica, 2013), sobre cómo los seres humanos, desde los neandertales refugiados en cuevas en Gibraltar, han ido modificando el Mediterráneo y sobre todo su imagen, o la percepción que se tiene de este mar -visto tanto como un obstáculo insalvable, como un lugar o un medio de encuentro-, concluyó ayer el ciclo de conferencias impartidas en Caixaforum de Barcelona sobre el Mediterráneo antiguo y la imagen que tenemos de él.
Mostró, una vez concluida la charla, que el Mediterráneo es una ilusión forjada a finales del siglo XIX y principios del XX. Nociones asociadas al paisaje y las culturas mediterráneas, tales como la luz intensa y clarividente, el color -luminoso-, etc. fueron determinadas y divulgadas por artistas modernos. Del mismo modo que Gauguin creó la ilusión del buen salvaje y la vida edénica en el Pacífico, van Gogh o Klee, impusieron una visión determinada del Mediterréneo en el que la luz, el orden, la serenidad y los colores vibrantes, imperantes a lo largo de todas las costas, como una propiedad común y esencial, se encuentran.
Esta creación del mito mediterráneo fue obra de artistas norteños que vieron o creyeron ver en las riberas mediterréneas -en determinadas riberas en las que se asentaron- un tipo de vida muy alejada de la vida a la que estaban acostumbrados y de la que querían escapar. Esta imagen fue extendida a todas las riberas creando la imagen de una cultura unitaria -y ensoñadora.
Ya en el siglo XVIII, acaudalados aristócratas ingleses y luego alemanas emprendían el "Gran Tour", un largo viaje primero por Italia y, luego, tras el "descubrimiento" y la "liberación" de Grecia -del Imperio Otomano-, por las ruinas áticas. Pero se trataba, empero, de un viaje a las "raíces" de la cultura clásica. Se buscaba reconstruir la imagen del pasado, soñado o ideal, sin duda, por lo que las culturas y paisajes mediterráneos de principios del siglo XIX, los paisajes "reales", no interesaban.
Fueron pues los pintores modernos los que "descubrieron" y defendieron rasgos físicos y culturales actuales mediterráneos y que postularon que dichos rasgos eran definitorios de las culturas mediterréneas y comunes a todas ellas. El Mediterráneo, el ideal mediterráneo, no tiene más de cien años. Un habitante de un puerto mediterráneo en la Edad Media no tenía sensación alguna de compartir valores con un habitante de otro puerto, por cercano que fuera. Su visión era limitada. ¿Era más atenta a la "realidad"?
Este ideal forjado a principios del siglo XX, ¿es de recibo? ¿Córdoba, Trípoli, Istambul y Damasco ¿tienen algo en común? ¿Vemos y respondemos según unos esquemas que nos hacen creer que compartimos más de lo que en verdad tenemos? Una pregunta turbadora.
Creo que veces de esas cosas nos damos cuenta por comparación ;Cuando era joven trabajé un invierno en Londres.Iba ilusionada (es decir ,sin prejuicios)y aún no me había planteado mi pertenencia a ninguna patria cultural.A los seis meses volví y me dí cuenta de que en mi memoria había determinadas sensaciones y recuerdos como el sabor del aceite de oliva ,la vida en la calle,incluso aspectos de las relaciones personales que no tenían nada que ver con el mundo anglosajón y que eran parte de mi identidad.Creo que en algunos aspectos sí que se puede hablar de un mundo común No sé si el habitante de un puerto Mediterraneo medieval al ir a algún puerto de la Europa del norte habría notado más diferencia que al ir a Estambul o a Damasco a pesar de ,en este caso ,ser cristiano en tierra de moros.
ResponderEliminarMi opinión sobre este tema es confusa o contradictoria. por un lado he tenido la sensación que Damasco era como Barcelona y, en otros momentos -antes de la guerra civil- poco tenía que ver. La comida acerca las ciudades pero, de pronto, sobre determinados temas, diferencias importantes se ponían al descubierto. Me ha ocurrido lo mismo en Bagdad -que, es cierto, no es propiamente una ciudad mediterránea.
ResponderEliminarDesde luego, la cultura inglesa es un tanto marciana para nosotros
Muchas gracias por la puntualización