Los mitos suelen presentar una organización dual. Oponen dos figuras, dos espacios, dos acciones, dos motivos: luz y oscuridad, cielo y tierra, creación y destrucción, dioses y mortales, humanos y animales, vivos y muertos, hombres y mujeres, niños y adultos. Un tercer elemento suele introducirse que actúa de enlace entre ambos polos y permite dividir el dúo en dos nuevas parejas relacionadas a través del tercer elemento (que acaba siendo el que merece más atención, gestual y mental): penumbra, nubes, recreación ritual, héroes, seres híbridos, aparecidos, hermafroditas, adolescentes.
En el antiguo Testamento, los humanos se dividían en cazadores y agricultores: Abel y Caín. De la lucha entre ambas figuras aparecerá una tercera y un tercer tipo de acción: Tubal (el herrero o forjador, el arquitecto o el constructor de ciudades -negativamente caracterizado), y el trabajo de la tierra para construir albergues, para humanos y animales, así como la domesticación de los mismos.
Según algunos mitos amerindios (de la tribu de los Delaware), en los inicios, éranse dos tipos de seres: los cazadores, valientes, actuando siempre en línea recta, rectamente, y los temerosos y timoratos, que preferían esconderse o defenderse, cobijándose: los arquitectos (los "constructores de chozas"): "los más fuertes, los más unidos, los más puros, eran los cazadores".
Nuevamente, construir es signo de debilidad. Y de agudeza y previsión: los constructores de chozas fueron los más prósperos -aunque no los más respetados.
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