jueves, 9 de octubre de 2014
Avatar (la encarnación de un dios)
Los hombres de todos los tiempos saben y han sabido que las fuerzas sobrenaturales son invisibles. Los dioses, los héroes, los antepasados, los espíritus, los fantasmas son entidades desencarnadas e informes. Son fuerzas que escapan a la humana visión y comprensión. Ningún humano ha creído verdaderamente que los dioses tuvieran forma humana, animal o híbrida. Tampoco han creído que las estatuas, los fetiches y las piedras fueran dioses. Éstos no tienen cuerpo ni ocupan lugar alguno. Escapan o son inmunes a las limitaciones temporales y espaciales: no nacen ni mueren, o nacen y mueren cada año, y están en todas partes y en ningún sitio. Por eso se les puede rogar simultáneamente en todo momento y en cualquier lugar.
Pero los humanos también sabemos que no podemos esperar nada del más allá si no logramos ver el rostro del ente sobrenatural. Éste tiene que manifestarse sensiblemente a fin que sepamos hacia dónde y a quien remitir nuestras plegarias. En ocasiones, la divinidad se esconde tras un fenómeno natural que señala así, de manera indirecta, la presencia velada de aquélla: una zarza ardiendo, o una espesa nube negra en lo alto de una montaña son indicios que denotan que teas estos fenómenos la divinidad aguarda.
En la mayoría de las culturas, sin embargo, los dioses invisibles se revelan de tanto en tanto a los ojos de los humanos. Esta manifestación corpórea es un avatar, un concepto que procede de la religión hindú, pero que se puede aplicar a la mayoría de las concepciones sagradas del mundo. Un avatar en una divinidad que se revela físicamente. El avatar es y no es la divinidad. Se trata de la divinidad proyectada en el tiempo y el espacio. El avatar es una imagen sensible. Emana de la divinidad. Revela un rostro de la misma. Pero no es la divinidad que, por definición, no tiene rostro. Por tanto, un avatar nace o brota de una divinidad. De algún modo es su hijo: procede de aquélla. La divinidad y su avatar son y no son una misma entidad. Son la misma divinidad, pero el avatar nace de aquélla, la cual actúa de padre, o de emisario del mismo. Lo emitido el agente emisario, el padre y el hijo se parecen, sin duda. Uno es carne del otro. Procede de sus entrañas. Pero padre e hijo son también distintos, entre otras razones, porque los hijos suceden a los padres. No existen desde siempre. Los hijos convierten a la divinidad emisaria en un padre. Le otorgan una distinta condición.
Así, Krishna es el avatar de Vishnu y, se podría llegar a decir, que Cristo es el avatar de Yahvé. El avatar -siempre visible- y la divinidad -invisible- de la que ha emanado, son una misma divinidad, pero también son dos divinidades. Rogar a Cristo es rogar a Dios, sin duda, pero solo se puede rogar verdaderamente a Cristo. El avatar media entre el hombre y la divinidad. Pero no necesita de la divinidad. Puede actuar libremente. La divinidad le concede este poder. Representa en todo lugar y bajo cualquier condición a la divinidad. Es su representante en la tierra y está facultado para atender y responder a los humanos.
Esta concepción también se dio en Grecia bajo una forma peculiar. Los dioses olímpicos son invisibles, no cabe duda. Adoptan formas humanas cuando se dirigen a los humanos: es decir, se esconden tras unas formas humanas o se disfraza de éstas. Pero también se manifiestan en determinados lugares de una manera singular, con formas y atributos propios. Así, un griego nunca rogaba a Zeus, necesariamente inconcebible e invisible, sino al Zeus de Dodona, que era una manifestación o avatar, ligado a un lugar dado, de Zeus. Del mismo modo, La Artemisia de Éfeso era distinta de la Artemisia de Brauron y ambas eran avatares de la invisible Artemisia. Eran y no eran la misma diosas. Los avatares eran las estatuas de culto, imprescindibles al culto precisamente porque revelaban un rostro de la divinidad. Esta necesidad imperiosa de las imágenes también se ha dado en el cristianismo, donde los iconos reflejan una faz humana, perceptible y comprensible de Cristo que, recordemos en un dios que es una imagen cuya imagen el icono fija y multiplica como en un juego de espejos.
¿Significa eso que los humanos han creído en una única divinidad? No, han creído en una única fuerza o sustancia divina, peto han dirigido sus plegarias a las múltiples y variopintas manifestaciones divinas, a sus múltiples rostros, siempre adaptados a las necesidades humanas en un lugar y un momento dados..
Avatar es el concepto concreto que recoge la encarnación en el vientre de una virgen de un hombre "hijo de dios".
ResponderEliminarAnunciado previamente, que los hombres sabios reconocen y los malvados persiguen. Y que alcanza la maestría a través de la iniciación del oficio principal: el de "tejedor".
"Un breve estudio etimologíco -que Heidegger practicó, aunque no fue el primero- muestra que tekhné está emparentado con el verbo tiktoo que significa no tanto crear cuanto engendrar. El arquitecto sería una comadrona o un parturiento que alumbra la vida en la tierra. De nuevo la imagen del Sumo Creador como arquitecto despunta de nuevo."
VER: El arquitecto y el tejedor (Pedro Azara)
En el siglo I existe el reconocimiento unánime de un avatar en carne viva: El Salvador Augusto emperador de Roma. Y la de sucesivos avatares literarios mitológicos del primero en cada una de las naciones peregrinas que alcanzan a ser el avatar egipcio, galo, germano, dacio, gallego, pannonio, judío, etc.
Para reconocerlos en cada nación peregrina basta con traducir su nombre al latín, que sea hijo de virgen y dios local y de oficio tekton.
Obtendremos la imagen del Sumo Creador como arquitecto que conduce a su pueblo hacia la salvación.
Buenos días
EliminarSupongo que he forzado intencionadamente el significado de avatar. Éste es una manifestación o emanación -aunque esta palabra remite al vocabulario neoplatónico que posiblemente no sea enteramente adecuado- de una divinidad. No se da propiamente encarnación, un concepto propiamente cristiano.
La relación entre Vishnu y Krishna es, creo, parecida a la de Yahve y Cristo, pero no es la misma exactamente, sin duda.
¿De quien habría sido un avatar Augusto? ¿De Júpiter Óptimo? No lo sé. Augusto no se consideraba un dios, y solo fue divinizado a su muerte. Creo que Adriano fue el primer emperador divinizado en vida y, en este caso, era un dios "genuino" y no tanto la cara visible de un dios invisible.
Junto con los parecidos y coincidencias entre distintas concepciones religiosas, supongo que tenemos que estudiar las variantes o modalidades propias.
Muchas gracias por su reflexión que da que pensar.
¿No será que, antes de la revelación del avatar, se consagran lugares primero y luego se encuentra algún tipo de manifestación divina? Al habitar, lo primero que harían los hombres y mujeres sería diferenciar lugares sacros de lugares para los simples mortales. Quizá haya algo verdaderamente opaco a la comprensión intuitiva que determinado lugar sea sagrado y luego muestre la manifestación de lo divino.
ResponderEliminarSupongo que, en efecto, la noción de una divinidad con personalidad y rasgos propios es posterior a la intuición de lo sagrado, algún tipo de manifestación inconcreta ligada a sitios muy concretos, que posiblemente ya se diera a finales del paleolítico o a principios del neolítico. Serían, quizá, en estos casos, de manifestaciones que habitarían elementos naturales, quizá animales, antes de su manifestación antropomórfica. La falta de escritura obliga a inciertas especulaciones.
EliminarHe tenido en el trasfondo de mis sospechas la constitución de las puertas torii japonesas. Unen y separan dos regiones, independientemente que a un lado se encuentre, por ejemplo un templo. Por ello es que sospecho lo que comentaba. Gracias por el artículo y la paciencia para responder.
EliminarA mí me parece que los dos procesos pueden ser independientes .A veces un lugar queda consagrado porque en él ha acontecido una epifanía o algún suceso extraordinario En otras ocasiones es el lugar el que ,por sus características de contacto con el otro mundo propicia una aparición (una tumba,una cueva,la cima de un monte ,un abrigo rocoso ,un lago ).Están los lugares que se consagran mediante un ritual , a veces después de recibir una señal de que indica que son lugares adecuados.También están los instrumentos musicales a través de los cuales pueden hablar los seres míticos (como las zumbadoras ) ,hay espíritus animales y ancestros que pueden aparecerse en sueños.Supongo que las primeras divinidades o mejor dicho ,seres sobrenaturales debieron de ser los difuntos y los animales míticos .Pero es muy curioso que la percepción de un dios celeste entendido como padre es muy antigua y se en pueblos tan arcaicos como los de Australia
EliminarLas puertas torii me imagino que son una representación de el umbral intermedio que dá paso a otro mundo,o simplemente a otro territorio o comarca .El paso de las fronteras en el mundo arcaico está /estaba muy ritualizado y los lugares intermedios eran sagrados por el hecho de ser neutrales
EliminarPensándolo bien, lo sagrado tiene tendencia a manifestarse en lugares de la naturaleza con determinadas características ,así que probablemente ,como dice Nestor Casanova hay un espacio previo ,entendido por los humanos como sagrado .Pero hay excepciones,por ejemplo,cuando el lugar se convierte en sagrado porque en él ha caído una pieza de caza.
EliminarBuenos días
EliminarNo sé porqué pero el programa no me deja responder individualmente.
¿Fue la intuición de la sacralidad de un espacio l que convirtió en tabú lo que allí acontecía, o fueron acontecimientos juzgados extraordinarios lo que determinaron la sacralidad de un espacio? Aunque parece más lógico esta segunda explicación, me imagino que habría que estudiar cada caso para saber, al menos, hasta dónde llegan los textos más antiguos, qué se decía acerca de la singularidad de un lugar. Me imagino que existen lugares que ya propician una cierta mirada, y que el advenimiento de acontecimientos extraños, que no eran cíclicos (o, mejor dicho, diarios), confirman esta impresión, por lo que, en verdad, el proceso de sacralización de un espacio se apoya tanto en la singularidad del lugar como de hechos que allí ocurren o que son relacionados con éste.
Es posible que, en algunos casos, exista el recuerdo de algún acontecimiento excepcional -tormenta, etc-- que haya marcado para siempre un espacio.
Creo que antes que los animales, y los difuntos, fueron determinados hechos meteorológicos o geológicos -tormentas, rayos, diluvios, volcanes, terremotos, etc-. lo que habrían podido señalar la presencia de fuerzas invisibles en el paleolítico, aunque, a falta de escritura, nos movemos en la especulación sin fundamento. Lo que sí parece es que los dioses antropomórficos son una invención relativamente reciente o histórica.
Desconocía la existencia y simbolismo de las puertas torii. Lo busco.
Muchas gracias por las observaciones
Augusto alcanzó a ser "hijo de dios" en vida, así lo atestigua la numismática, epigrafía etc. Y tenía templos dedicados a él en provincias, en las naciones peregrinas.
ResponderEliminarSuetonio cuenta el mito de la fecundación de su madre por Apolo, y como fue anunciado a los "magos" de Roma, y como el senado, temiendo el nacimiento de un rey, intentó perseguir a los todos los inocentes que iban a nacer. Al final se derogó el edicto y vino al mundo en un "portal" a los pies del Palatino anunciado por una estrella. (les suena).
Había leído que el Senado trató de divinizar a Augusto en vida, pero que éste rechazó tal honor que solo se hizo efectivo a su muerte.
EliminarSupongo que las tentativas del Senado ya denotan un fenómeno en marcha y, al parecer, pese a que Augusto se opuso a este culto, se dejó querer -aunque no adorar.
Es posible que el recuerdo de la República estuviera aun demasiado vivo.