"CiU defiende a Pigem y cree que se trata de un problema estético".
La noticia periodística publicada hoy se refiere al juicio que un partido político emite sobre el gesto de uno de sus afiliados, vocal (miembro) del Consejo General del Poder Judicial, después que hubiera querido pasar la frontera ente España y Andorra con casi diez mil euros, un regalo familiar, y hubiera dimitido de su cargo.
Según se desprende del juicio, el problema podría residir en las formas o maneras. Pero, si así fuera, lo que se valoraría es el gesto -el paso fronterizo con una cierta cantidad de dinero-. El juicio acerca de un gesto -su pertinencia o su finalidad- es un juicio ético.
Sin embargo, no es la ética, sino la estética lo que causa un problema.
Se trata, por tanto, de un problema de imagen (no de la bondad y finalidad de un gesto o una acción).
La imagen la defina, crea y promueve la noticia gráfica y escrita: ella es la que convierte y plasma el hecho -o el acontecimiento- en una imagen.
Por tanto, según el partido político, el problema no reside en el hecho, sino en su divulgación gráfica y escrita. Lo que se crítica es la prensa, no el gesto de un miembro del tribunal de justicia afiliado a dicho partido. Si la prensa, escrita y gráfica -desde la radio y la televisión hasta las redes sociales- no se hubiera referido a este hecho, no lo hubiera convertido en noticia, esto es, en imagen, la cualidad del gesto no se hubiera cuestionado.
La falta es consecuencia no del gesto sino de la exposición del mismo.
Por tanto, si no hubiera prensa el problema no existiría.
De todos modo, ¿es solo un "problema estético?
Ya Sócrates dudaba de la asociación entre ética y estética. Sostenía que cabía preguntarse acerca de la bondad de lo bello. Una cara hermosa podía esconder las peores intenciones. Sabía de qué hablaba. Pese a debatir sobre el bien, él no era precisamente apolíneo.
La debatida unión entre ética y estética fue restablecida, en Occidente, durante el Siglo de las luces. Se postuló nuevamente que dicha unión quizá no existiera ni fuera posible, pero debería ser perseguida: era quizá imposible, y sin embargo era deseable. Lo bello -una forma, un cuerpo, una imagen- no hacía bien. Nos sentimos "bien", dispuestos así "hacer" el bien, cuando la belleza nos alegra o nos exalta el ánimo. El sentimiento expansivo que el goce de la belleza produce tiñe los gestos -o al menos, la finalidad que se pretende alcance un gesto a punto de llevarse a cabo. La belleza afecta para "bien" el ánimo. Deseamos compartir el sentimiento que el contacto sensible -y racional- con la belleza causa. Deseamos pues, que este mismo sentimiento embargue a quienes nos son próximos, de modo que se pueda crear una comunidad. El sentimiento de belleza que, según Kant, se alcanza o se produce gracias a un sexto sentido que poseemos (capaz de detectar o crear dicha belleza -o dicho sentimiento), el "sentido común" -la mayoría percibimos la belleza de un mismo modo, reaccionamos de un mismo modo ante la belleza, o expresamos unos mismos sentimientos ante determinadas formas o cualidades formales- es común. La belleza nos hace partícipes de una misma comunidad de opinión. Pensamos, disfrutamos como los demás. Nos reconocemos así como miembros de una comunidad, como iguales, o semejantes. La belleza, entonces, nos hace humanos, nos hace sentimos humanos. Y humanos serán los gestos y tareas que emprendamos. Alejados de la animalidad o violencia. es decir, éticos.
Un calificativo que podríamos calibrar si se aplica al gesto inicialmente comentado.
Seguramente no se trata de una cuestión (de) estética. Pero una cuestión estética, entendida la estéticar como un "tema" de imagen o maquillaje, como algo superfluo o intrascendente, superficial, parece siempre menos grave, que una cuestión ética, ya que se supone que el gesto tiene más consecuencias que una imagen. Mejor, así, no entrar a debatir el calificativo que merece el gesto.
La política, así, queda convertida en un problema de imagen.
Así nos va.
" La belleza es verdad,la verdad belleza "dijo John Keats...
ResponderEliminarHermosa cita. Y cierta. ¡Muchas gracias!
EliminarLa verdad puede herir, pero iluminar. Revelando la verdad, uno se siente bien, liberado, y se ilumina el rostro, como se se hubiera sacado un peso de encima