miércoles, 14 de enero de 2015
El origen del palacio
El 21 de abril, la diosa itálica Pales (no confundir con la griega Palas Atenea) renovaba el mundo. Las ofrendas vegetales y animales incitaban a la diosa, que velaba sobre el ganado, a activar el ciclo de la vida tras el invierno. Era una diosa, pero estaba asociado al falo -de ahí, quizá su nombre-, con el que se fertilizaba la tierra y se engendraba la vida. Mercurio (Hermes, en Grecia), y su hijo Pan (el dios de la naturaleza) eran los protectores de los falos. Mercurio era el dios de los caminos. Ordenaba y regulaba el espacio. Ponía lugares, asentamientos alejados, en comunicación. facilitaba el tránsito de bienes, ideas, personas -era el dios de los viajeros y los comerciantes que vivían en la carretera-: la vida circulaba por seguros caminos gracias a Mercurio. Las sendas que creaba y protegía permitían, por contraste, el establecimiento de comunidades que sobrevivían en contacto las unas con las otras.
Las Parilia -las fiestas en honor de Pales- estaban presididas por las Vestales: éstas eran las sacerdotisas de Vesta, la diosa del fuego, tanto privado cuando comunitario. El fuego se renovaba este día. Las cenizas de fuegos extintos o cansados se dispersaban, fertilizando la tierra. De los muertos brotaba así la vida.
El 21 de abril de 753 aC, Rómulo fundó Roma: la primera ciudad, la única ciudad. Este día se creó el mundo, un lugar apto para la vida, un espacio liberado de la selva, en el que la tierra podía ser cultivada dando frutos, y los animales domesticados podían pastar lejos de las alimañas.
El templo de Pales, construido a mitad del siglo III aC para celebrar una victoria militar, se alzaba sobre el monte de la diosa: el Palatino. Allí se asentarían las principales instituciones religiosas y políticas de Roma. Augusto, el primer imperator, era el sacerdote máximo. Rendía culto a las divinidades y los héroes fundadores de Roma. La cabaña de Rómulo, en el Palatino, era preservada como el primer hogar -mientras que el templo de Vesta se ubicaba en el foro, a los pies del Palatino, abriendo un espacio donde se ubicaban las instituciones que regulaban la vida e impedían el retorno de la selva.Augusto se construyó una primera morada, que sus sucesores ampliaron. Comprendía una parte pública y otra privada, rodeando un templo dedicado a Apolo, protector de Augusto, y dios del espacio ordenado. Las moradas imperiales, en el Palatino, bajo la advocación de Pales, eran, naturalmente palacios.
Éstos constituían espacios ordenados, sacros y profanos, ciudades ideales, cuyo orden, y cuya impronta se reflejaba en la ciudad de los hombres que se entendía a sus pies.
La ciudad era una imagen de un palacio, esto es, un espacio protector fundado gracias a la benéfica actividad de Pales, que "urbanizó" o domesticó el mundo.
Hermosa historia.
ResponderEliminarLos textos del nuevo museo del Palatino, abierto desde finales de septiembre, son apasionantes, combinando rigor y datos recientes, con claridad expositiva
EliminarGracias por su comentario