La muestra From Ancient to Modern. Archaeology and Aesthetics que el Institute for the Study of Ancient World (ISAW) inaugura el 11 de febrero en Nueva York, trata o muestra los problemas que nos enfrentamos a la hora de interpretar el pasado.
Piezas arqueológicas, como el tesoro de la reina Puabi, en el Cementerio real (Tumbas Reales) de la ciudad sumeria de Ur (hoy en el sur de Iraq), encontradas rotas, aplastadas, desperdigadas, han necesitado un arduo trabajo no tanto de limpieza y restauración (el oro se mantiene incólume así como las piedras preciosas y semi-preciosas como el lapis lazuli) sino de reconstrucción.
Pero para poder reconstruir es necesario tener una imagen previa (mental o dibujada) que guíe el trabajo hasta lograr que el objeto presente la misma forma que el modelo "ideal".
¿Cómo se obtiene o se construye dicho modelo? A partir del estudio, sin duda -estudio de otras piezas, de fuentes antiguas y de ensayos escritos previos; pero este modelo no deja de estar condicionado por la época actual, las formas, las maneras de hacer y de juzgar del presente. Así, por ejemplo, la complicada y pesada tiara de la reina Puabi, compuesta por un sin número de finas y largas láminas de oro que, al parecer, componían como una rejilla que envolvía el pelo de la reina, está, probablemente, influenciada por el gusto de las tiaras y diademas en los años veinte, cuando se descubrió y se restauró esta pieza. En verdad, hoy, algunos estudiosos se preguntan si las láminas de oro no habrían envuelto, no el pelo, sino todo el cuerpo -¡cocido!- de la reina, un poco a imagen de las vendas egipcias.
El estudio del pasado está condicionado -o "estructurado" por el conocimiento innato e inevitable del presente. juzgamos el pasado desde el presente. No podríamos hacerlo de otro modo. Sin esquemas previos, es imposible reconstruir el pasado. y los esquemas son actuales, aunque se basen en estudios previos del pasado: se basan, en este caso, en estudios, necesariamente modernos, de formas del pasado, que permiten elaborar esquemas gracias a los cuales reconstruimos e interpretamos el pasado. ofrecemos un punto de vista sobre el pasado. y este punto de vista, que es nuestro, se ubica en un lugar y un tiempo dados: hoy.
La muestra se pregunta también porqué estudiamos el pasado. Qué nos empuja a interesarnos por el pasado, si éste está -está "pasado"- muerto. ¿La fascinación por los tesoros, materiales valiosos, por piezas hermosas? Si, pero no solo. Tesoros mesopotámicos, pocos hay. Mesopotamia es una tierra de estructuras de barrio, piezas de terracota y estatuas de esquisto. Nada muy valioso. Nada entero, por otra parte. y sin embargo, no dejamos que hurgar en Mesopotamia. ¿Qué esperamos?
¿Acaso no esperamos encontrar respuestas a los problemas del presente? ¿Estudiar o conocer cómo los hombres del pasado se enfrentaron a los problemas de su presente? ¿No revela un disgusto, inquietud o incomodidad con el presente? ¿No podría ser una prueba de que nos sentimos solos ante el presente- y buscamos en el pasado ejemplos de problemas y soluciones a los mismos que nos acompañen, que cuenten que no somos los primeros en enfrentarnos a determinados problemas, que somos humanos y en tanto que humanos nos topamos siempre con determinados problemas -el otro, lo otro- a los que tratamos de dar respuestas siempre parecidas.
El estudio del pasado, de un pasado tan remoto, incomprensible y perdido, desvanecido, como el pasado mesopotámico, quizá denote que buscamos apoyos en el mismo, o, mejor dicho, que buscamos tener la sensación que nuestra vida no acontece por azar, sino que ya, desde el pasado, desde siempre, el ser humano se ha encontrado con las mismas preguntas, se ha visto azorado por las mismas inquietudes que nosotros, y que ha tratado de dar respuestas "formales" a las mismas que, sorprendentemente, pese a la lejanía temporal y espacial, nos parecen aun comprensibles y válidas. Respuestas humanas.
Una ilusión, sin duda. Mas, la vida...
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