La excelente exposición permanente, muy bien presentada, del museo del recinto arqueológico de Medina Azahara, cabe Córdoba -la fugaz capital de nueva planta del califato que fundara Abderamán III cuando se proclamó califa sin dejar de ser aliado del califato de Damasco en la primera mitad del siglo X-, incluye esta turbadora cita del poeta satírico andalusí de Granada, del siglo XI, sobre la reconstrucción de ciudades y edificios -que da qué pensar- provocada por la dolorosa visión de la destruida capital y la nostalgia por su pasado, por su vida esplendorosa ; las ciudades son organismos vivos y, por tanto, tenemos que aceptar que mueren. Es la propia ciudad, como el espectro de un ser viviente, quien se dirige al poeta para certificarle que las ciudades deben morir como los humanos; no resurgen de las cenizas.
domingo, 31 de enero de 2016
La destrucción de ciudades ( Medina Azahara)
La excelente exposición permanente, muy bien presentada, del museo del recinto arqueológico de Medina Azahara, cabe Córdoba -la fugaz capital de nueva planta del califato que fundara Abderamán III cuando se proclamó califa sin dejar de ser aliado del califato de Damasco en la primera mitad del siglo X-, incluye esta turbadora cita del poeta satírico andalusí de Granada, del siglo XI, sobre la reconstrucción de ciudades y edificios -que da qué pensar- provocada por la dolorosa visión de la destruida capital y la nostalgia por su pasado, por su vida esplendorosa ; las ciudades son organismos vivos y, por tanto, tenemos que aceptar que mueren. Es la propia ciudad, como el espectro de un ser viviente, quien se dirige al poeta para certificarle que las ciudades deben morir como los humanos; no resurgen de las cenizas.
Quizás alguien debería grabar esa cita a las puertas de Homs para consuelo de sus habitantes. https://www.youtube.com/watch?v=goDtrlKkE3A
ResponderEliminarUn saludo cordial, Rocío
Medina Azahara tuvo una muerte violenta. Las muertes solían ser violentas antiguamente. Hoy, a menudo, también. Aquel verso consuela si la ciudad llega a su término naturalmente, si se extingue sin hacer ruido, como los poblados del oeste o las ciudades sumerias
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