la fundación Mapfre, recientemente instalada en Barcelona, en una sede que quizá sea hoy el espacio expositivo mejor de la ciudad (junto con la fundación Suñol), presenta una muestra dedicada a cinco series del fotógrafo japonés Hiroshi Sugimoto -al que la Fundación la Caixa, y la galería de arte Joan Prats ya dedicaron exposiciones hace años.
La exposición actual no incluye una serie dedicada a edificios emblemáticos de la arquitectura moderna y contemporánea en todo el mundo, y que está de acuerdo con el que Sugimoto, pese a no tener una formación de arquitecto, mantiene un estudio y proyecte edificios.
Los fotografías, todas en blanco y negro, muestran vistas desdibujadas o desenfocadas, carentes de usuarios. Los contornos se desvanecen o se suavizan. La pureza, la dureza de las formas de la arquitectura moderna se diluye. Se convierten en fantasmas, apariciones o ensueños, formas irreales en medio de ciudades fantasmagóricas. La vitalidad, la velocidad que simbolizan, se detienen. Pierden la compostura, erosionados por el tiempo o el olvido. El tiempo, que la arquitectura de vidrio y de hierro rechaza, hace mella en las formas y las dota, paradójicamente, de un carácter frágil, casi humano. Se vuelven edificios mortales. Son recuerdos de lo que son. Son al fin habitables.
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