Fotos: Tocho, Mayo de 2016
Untitled (Ghardaïa) del artista francés (¿?) Kader Attia -vivió en Argelia-, consiste en una instalación. Comprende una maqueta de la medina de la ciudad de Ghardaïa, realizada con cuscús compactado -su lenta desagregación evoca bien la irremediable degradación de la ciudad-, junto con dos grandes fotografías en blanco y negro de los arquitectos Le Corbusier y Jean Prouvé. Ambos construyeron o proyectaron al menos en Argelia.
La maqueta es hermosa y sugerente.
La explicación de la obra, sin embargo, revela que, en ocasiones, el silencio es aconsejable.
La razón de la obra es la denuncia de la falta de reconocimiento por parte de ambos arquitectos occidentales de lo que debieron a la arquitectura tradicional de esta ciudad, aprovechándose de un sistema político colonialista. Argelia era, en efecto, una colonia francesa.
Es cierto que numerosos arquitectos franceses proyectaron edificios radicalmente racionalistas en colonias como Túnez o Argelia, que no hubieran podido construir en Francia debido a leyes restrictivas ambientales y de preservación del patrimonio, a causa de la poca consideración que la arquitectura tradicional de las colonias les merecían. El violento contraste entre inmensos bloques y casas modestas, que se percibe en Argel -en Marsella también, empero- sorprende. Sorprende que se hubieran podido llevar a cabo semejantes proyectos (aunque Argel escapó, como Barcelona, París o Río, del delirante urbanismo de Le Corbusier que hubiera acabado con el tejido urbano existente).
Sin embargo, tanto Le Corbusier como Prouvé admiraban la arquitectura tradicional mediterránea y lo expresaron por partida doble: en textos y en obras.
Le Corbusier estuvo en Argelia, y en Gardaïa (o Gardaya), en particular. Dibujó el centro de la ciudad y quedó, al parecer deslumbrado por la articulación de casas y patios en la que vio la prefiguración de sus "ciudadelas risueñas". Algún proyecto de los años cuarenta estaba encabezado por la palabra Casbah. Y, desde luego, no había lugar para el pintoresquismo.
En verdad, la relación entre Le Corbusier y la arquitectura mediterránea tradicional -de Gardaya, en este caso- sigue una dirección contraria a lo que se podría pensar. Si Le Corbusier se fijó en las formas y las composiciones tradicionales es porque ya tenía un vocabulario formal propio bien establecido que le permitía reconocer en obras ajenas soluciones formales parecidas. Gardaya no está en el origen de Le Corbusier sino, por el contrario, la Corbusier convirtió a Gardaya en una ciudad modélica. El autor de Gardaya, de algún modo, es Le Corbusier, del mismo modo que Picasso es quien convirtió a los olvidados frescos románicos y las despreciadas figuras ibéricas en obras actuales, dignas de emular sus creaciones. Picasso y Le Corbusier son anteriores al arte ibérica y a la arquitectura tradicional de Gardaya.
Toda obra debe a obras anteriores, al mismo tiempo que éstas entran en la historia a través de la mirada que las descubre.Toda gran obra es deudora de sus influencias; deuda que se convierte en un reconocimiento, un homenaje. No existen obras libres de influencias. Las obras maestras exponen la grandeza de los modelos que asumen.
La arquitectura tradicional árabe es deudora tanto de la arquitectura persa como de la romana. La arquitectura árabe moderna -también tiene sus influencias, del pasado y del presente, de culturas y épocas diversas.
¿Qué reconocimiento más sincero que construir dejando transparentar las formas y las técnicas que han servido de motivo de inspiración? En la obra de Le Corbusier y de Prouvé resuena la arquitectura tradicional griega, catalana, del norte de África, griega, etc. Y es gracias a esos homenajes que la arquitectura tradicional ha mostrado su vigencia y su actualidad. No se ha convertido en una pieza "museable" o muerta sino una manera modélica de planificar y de construir, de relacionarse con el entorno, bajo el sol y sobre la tierra.
La arquitectura tradicional mediterránea, de Ghardaïa, entre otros lugares, existe aun gracias a que algunos -¿todos?- grandes arquitectos las estudiaron y las "versionearon". Éste es el reconocimiento que Attia no ha querido ver.
Lo que no impide que la instalación fascine. Y haga pensar sobre la desaparición de las formas tradicionales que se cuartean y se deshacen como la sémola reseca.
Toda obra debe a obras anteriores, al mismo tiempo que éstas entran en la historia a través de la mirada que las descubre.Toda gran obra es deudora de sus influencias; deuda que se convierte en un reconocimiento, un homenaje. No existen obras libres de influencias. Las obras maestras exponen la grandeza de los modelos que asumen.
La arquitectura tradicional árabe es deudora tanto de la arquitectura persa como de la romana. La arquitectura árabe moderna -también tiene sus influencias, del pasado y del presente, de culturas y épocas diversas.
¿Qué reconocimiento más sincero que construir dejando transparentar las formas y las técnicas que han servido de motivo de inspiración? En la obra de Le Corbusier y de Prouvé resuena la arquitectura tradicional griega, catalana, del norte de África, griega, etc. Y es gracias a esos homenajes que la arquitectura tradicional ha mostrado su vigencia y su actualidad. No se ha convertido en una pieza "museable" o muerta sino una manera modélica de planificar y de construir, de relacionarse con el entorno, bajo el sol y sobre la tierra.
La arquitectura tradicional mediterránea, de Ghardaïa, entre otros lugares, existe aun gracias a que algunos -¿todos?- grandes arquitectos las estudiaron y las "versionearon". Éste es el reconocimiento que Attia no ha querido ver.
Lo que no impide que la instalación fascine. Y haga pensar sobre la desaparición de las formas tradicionales que se cuartean y se deshacen como la sémola reseca.
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