Morfeo era un dios griego. Actuaba solo de noche. Daba forma a los sueños humanos, es decir, era el autor de las distintas formas que aparecen y pueblan los sueños. Su relación con el sueño era aún más estrecha que lo que podemos deducir de las afirmaciones precedentes: Morfeo era hijo de Hipnos, el dios del Sueño. Tanatos la muerte era su tío, y su madre, Nix, la Noche -una dioa madre órfica que despertaba el mundo con los sonidos orgiásticos de su séquito-, estaba en estrecha relación con Dionisos Nocturnal, el dios de la obnubilación.
Su relación con su obra era, a su vez, íntima. Su nombre estaba directamente emparentado con el sustantivo: morphe, forma. Una forma particular, sin embargo. Morphe era la forma propia de los dioses -los cuales tenían una forma que les pertenecía, fuera o no visible, según narra Platón en la República, II, 380d-, una forma conformada por el dios de las formas, Morfeo, con la que los dioses aparecían ante los ojos de la mente de quienes sueñan (en sueños; no parece que los sueños despiertos estuvieran tenidos en cuenta en relación a la aparición de Morfeo). Las formas que Morfeo "proyectaba" causaban "visiones": hacían creer al soñador que entraba en contacto con otros seres, o le permitían conectar verdaderamente con aquéllos, contacto o encuentro del que poca constancia quedaba al despertar. La morfina -la droga de Morfeo- causaba efectos parecidos: llevaba a la muerte además, facilitaba la entrada sin retorno a un mundo "otro", al otro mundo, el mundo de las apariciones (más que de las visiones)
Las formas de Morfeo -las distintas formas con las que se mostraba en sueños, especialmente la forma humana que representaba o asumía con particular propiedad (era el dios que mejor simulaba ser un humano) aunque no parece que tuviera el don de la metamorfosis, propia de Proteo- solo adquirían plenitud, solo aparecían o emanaban en sueños. Venía de, o llevaban tras el espejo, tras el velo vespertino que cela el mundo del sueño, el velo que se interpone entre la vigilia y el sueño.
Morfeo, por tanto, era capaz de hacer soñar con sus formas luminosas -brillaban en la noche, la nocturnidad de los sueños. Morfeo era, así, el prototipo del artista (¿dionisíaco?), si es que el artista tiene como fin hacernos ver lo que se esconde tras la realidad, lo que la realidad esconde, cuyo descubrimiento provoca un deslumbramiento cercano a la muerte.
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