En el norte, en el primer milenio aC, los palacios neo-asirios poseían salas de agua, y una red de canalizaciones y alcantarillado tanto para el agua limpia como para la evacuación de las aguas negras, llevadas hasta los ríos.
Los partos -procedentes de Persia- que poseyeron el penúltimo gran imperio mesopotámico antes de las invasiones árabes, entre los siglos III aC y III dC, utilizaron una conducciones de agua urbanas creo que singulares. Consistían en largas tuberías de terracota de gran anchura compuestas por piezas encastadas unas dentro de otras. Algunas de éstas estaban agujereadas: eran más bien filtros que conducciones. En efecto, las conducciones llevaban las aguas grises y las aguas pluviales hasta la capa freática. Los filtros retenían las impurezas y desechos sólidos, logrando que las aguas de lluvia no contaminaran las aguas subterráneas que alimentaban a la ciudad.
Este sistema de drenaje parece ser propio del Próximo Oriente antiguo tardío.
Una de estas piezas se expone hoy en la gran muestra La historia empieza en Mesopotamia, en el Museo de Louvre en Lens (Francia)
No hay comentarios:
Publicar un comentario