viernes, 3 de marzo de 2017
GUSTAV METZGER (1926-2017): CREACIÓN PORQUE DESTRUCCIÓN
Véase legalmente este breve documental:
https://www.youtube.com/watch?v=9nzzLdiI9eg
Cuando, pese a una orden del dios del Cielo, los seres humanos lograron sobrevivir al Diluvio y volver a reproducirse, el Dios de las Aguas, que los había ayudado en secreto pero no quería contravenir a las órdenes de su padre, el dios del Cielo, añadió a la naturaleza humana un elemento que, desde entonces, evitaría que los humanos compitieran con los dioses: la mortandad. La vida de los humanos sería breve y su creación (o procreación) inevitablemente conllevaría su desaparición.
El artista alemán (superviviente de la Segunda Guerra Mundial) Gustav Metzger quería crear; pero no quería que sus obras se escaparan y entraran en la rueda del mercadeo, convertidas en moneda de cambio.
Por eso, en los años 60, creaba obras que se destruían, creaba al tiempo -porque- las destruía. Así, pintada con ácidos que atacaban la tela y creaban vacíos, aperturas, rajas, allí donde se esperarían figuras. Vacíos que crecían, se transformaban, acababan por adquirir perfiles imprevisibles, contrariamente a los nítidos cortes que Fontana practicaba en sus telas. Rasgaba velos que se descomponían hasta desaparecer -mientras que los cuadros que Joan Miró, años más tarde, quemaría, acababan por exponer los sólidos bastidores sobre los que las telas se extendían.
La obra, para Metzger, existía mientras la creaba o, mejor dicho, no existía nunca salvo como una fugaz aparición en la que nunca se mostraba en su totalidad, pues ésta consistía en su aniquilación, su veladura absoluta.
Quizá Metzger fuera demasiado lejos.
Ya en el siglo XXI aceptó que los museos repitieran la experiencia y congelaran el resultado, dando lugar a telas rajadas, carcomidas, muertas, que cuelgan patéticamente como harapos (y se exponen protegidas en vitrinas). Perduraran para siempre, pero nunca poseerán el fugaz fulgor de una creación que acarrea su desaparición, una vida ligada a la muerte, cuya muerte culmina el acto de creación.
Metzger falleció hace pocos días.
Nota: el guitarrista de The Who, Pete Townsend, fue alumno de arte suyo.
Es cierto que las obras no duran una eternidad -aunque les egipcios, y tantos otros soñaron con la eternidad y, por ahora, lo consiguieron -quizá por eso el ISIL destruye el arte que ha sobrevivido a las vidas humanas, como si fuera una manifestación superior, casi divina- pero las obras de Metzger duran un instante, no duran, nacen no para morir sino muriendo, su existencia es su desaparecer. Es posible que sean excelentes metáforas de la condición humana, sin embargo
EliminarMuchas gracias.
He intentado reiteradamente que su texto, Desde el Siglo XXI, apareciera, mas no lo he conseguido. por tanto la contestación quizá sea ininteligible ya que parece responder a nada.
EliminarLo siento.
No sé porqué su texto no se reproduce.
No he logrado que su comentario apareciera, por lo que la respuesta anterior, puede parecer ininteligible.
EliminarEspero que pueda reproducir su comentario aquí:
Cuanto antes se destruye la obra, más efímera es ésta, y más "útil". Una obra eterna, sólo sirve para ser "habitada", "utilizada" por los dioses. Un ser humano no suele necesitar una "obra" por más tiempo del que vive, más sus herederos la despreciarán.
Por cierto, ¿qué le ha parecido la concesión del último premio PRiTZKER? qué opinión le merece la obra del equipo premiado?
ResponderEliminarGracias y un saludo.
No sé si decirlo públicamente....
EliminarLuego, esta tarde...
Museo Soulages: las obras recientes más conocidas del pintor francés son grandes telas monocromas negras. ¿cómo se exponen? sobre muros negros apoyados sobre un suelo negro. ¿Resultado? No se ven.
EliminarBiblioteca en Barcelona: una biblioteca suele ser un espacio luminoso donde se lee, se escribe y se piensa. Cuando la vista se cansa, y la luz reposa la mirada. ¿Como se compone esta biblioteca? Los recursos compositivos parecen limitados: la biblioteca es una caja absolutamente negra que expulsa al lector de inmediato. Se asemeja a un mausoleo. Una biblioteca tiene algo de un contenedor de saberes, pero no hace falta insistir en su carácter mortuorio o pasado, sobre todo si la lectura gusta. Pero son tiempos modernos, es cierto. ¿Lectura?