Examen: entre el alumno y el profesor
Finales de mayo, principios de junio: se inicio el periodo de últimos exámenes parciales y de exámenes finales, en la universidad al menos. Nervios, abandonos, y quejas de los profesores ante la pila de hojas escritas, a mano a menudo, a veces a lápiz, casi borrado, con una letra difícil, anónimamente.
¿Qué hacemos los profesores? Corregimos o evaluamos? Somos correctores o evaluadores?
Corregir significa enderezar: poner recto. Una corrección implica un error o defecto en lo que se considera. Existe una norma, de la que se ha apartado lo que se somete a corrección, a fin de poder restablecer la estructura o forma desviada. Cuando se corrige se compara el texto con un modelo señalando allí donde éste ya no actúa. Una corrección requiere el vertido del texto en un molde a fin de ajusta a aquél. Todo lo que requiere una corrección presenta una falta o un exceso, una deformación o una falta de información. El corrector tiene que comparar el texto con el modelo prefijado.
Evaluar, por el contrario, significa hallar o medir el valor de lo qué o de quien se somete a evaluación. No existe ningún modelo. No se buscan errores o deficiencias, sino que se resalta los "valores" del texto. Éste es incomparable. Lo que implica que cualquier elemento valioso es exaltado, pero también conlleva que la falta de cualquier elemento o parte "digna" de mención acarrea una suspensión. Evaluar y examinar son sinónimos. Ambas acciones requieren un atento estudio de lo que se muestra, sin punto de comparación. Examinar significa sacar -ex- lo que se lleva dentro -agere: poner en movimiento. Examinar es pesar o sopesar -el peso, la importancia- de un texto, lograr que el alumno extraiga lo que sabe, lo que conjuga, compone, de dentro de sí, lograr que saque o exteriorice, ponga por escrito o comunique lo mejor de sí mismo.
Un profesor debe corregir primero para evaluar a continuación. La vara o modelo castiga, la medición subsiguiente da la medida de lo que el texto significa y aporta. Compara con lo que espera, y se deja sorprender por lo que encuentra. Espera lo que no halla y halla lo que no espera.
Mas, ¿se puede determinar el "peso" y la "rectitud" o forma "correcta" de un examen, cuando un mismo profesor debe enfrentarse a un centenar de ejercicios? El valor del profesor, en este caso -su prurito- se pone a prueba. Y no siempre logramos sobreponernos.
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