Los congresistas, como los feriantes, no son gente de fiar. La última ponencia del día impartida, salen como una exhalación a...a... tomar una copa. No veamos cómo y dónde van los taxis a medianoche. Se gastan lo que no tienen. Ser congresista es una profesión agotadora.
Es por eso que el gobierno catalán, que organiza un congreso internacional sobre
"un dels personatges més universals de la historiografia catalana; d’una gran complexitat i riquesa, la seva figura ha transcendit l’àmbit local per a projectar-se a nivell internacional",
ha decidido que
"per tal de promoure la participació de joves investigadors d’arreu del món, el congrés oferirà 5 beques de 100€ per a doctorands i doctorats recents (darrers cinc anys) de fora de les universitats de l’àmbit catalano-parlant".
Cinco becas de cien euritos brutos para especialistas que han estudiado durante cinco años de licenciatura y cinco años más de doctorado.
Eso está bien. No se nos vayan, los jóvenes investigadores, venidos de Europa y más allá, a pervertirse por la turbia noche barcelonesa.
¿Cuánto cuesta una comitiva de algún consejero?
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