viernes, 30 de junio de 2017
Mesopotamia en España: una colección inédita
Fotos: Tocho, junio de 2017
Quizá el nombre de Damián Mateu diga poco hoy. Sin embargo, una marca española de coches de lujo de los años 20 y 30 (1904-1946), al alcance solo de la realeza y de millonarios, pese aya no existir, como Hispano Suiza (convertida en la marca Pegaso tras la Guerra Civil, hasta 1990), sea más conocida.
Fue fundada por un acaudalado industrial catalán, Damiá Mateu -de origen herrero- junto con un ingeniero suizo, quien financiaría también la construcción del primer metro de Barcelona y en funicular del monasterio de Montserrat.
Dada su fortuna y su posición social tuvo que crear una colección de arte, asesorado -a menudo mal- por el estudioso y divulgador Folch i Torres. Sin embargo la colección de vidrio antiguo sigue siendo una de las mejores de Europa, así como las de cerámica china y de cerámica española.
Su pasión era la glíptica. Llegó a atesorar unos cuatro mil camafeos, romanos y muchos del siglo XIX. Esta colección, junto con la de numismática, contaba -cuenta- con una obras poco conocidas: sellos cilindro mesopotámicos, la mayoría asirios o neo-asirios, de piedras semi preciosas.
Comprados a un anticuario o intermediario de París, H. Hassan, en los años 20 y principios de los años 30, contaba con unos cuarenta o cincuenta sellos. Diecisiete forman parte de la colección del Museo de Peralada, ubicado en un monasterio gótico, junto al castillo mediaval de Perelada -restaurado en el siglo XIX según el gusto neo-gótico. Se hallan en las reservas. No han sido nunca estudiados ni publicados. Próximamente se va a iniciar su estudio a cargo de Marc Marín, Holly Pittman y quien redacta..
Constituyen la mayor colección de sellos cilindro española, más importante que las del Museo Arqueologico Nacional de Madrid, y del Museo Bíblico del Monasterio de Montserrat, y que revela que en periodo de entreguerras, existía un inesperado coleccionismo español por obras mesopotámicas, adquiridas en París ante la falta de marchantes locales.
Agradecimientos al Museo de Perelada, a muy especialmente a su director Jaime Barrachina, a Susana García González, y a Maribel González; también al IPOA (UB), Lluis Feliu, Joaquín Sanmartín y Adelina Millet, y a Holly Pittman.
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