La próxima y segura desaparición de un comercio fundado hace más de sesenta años, en el casco antiguo de Barcelona, instalado en una tienda de estilo modernista, debido al desmesurado aumento del precio del alquiler, ha llevado a su dueño, ante la vista de grandes marcas o marcas multinacionales capaces de pagar los altos precios solicitados, a quejarse de la pérdida de "lo auténtico" en el comercio de la ciudad.
Del mismo modo, existe cierta tendencia a buscar "autenticidad" en restaurantes, comercios, pueblos y ciudades.
¿Qué significa "auténtico"? Aunque el estudio etimológico de la palabra autenticidad muestra que procede, a través del latín, del adverbio griego authentikos, que significa con autoridad, y que liga la autenticidad con la autoridad (o con una voz propia), y del sustantivo authentes, que se traduce por quien actúa por sí mismo, con un poder absoluto -lo que lleva a asociar la autenticidad con la violencia, ya que un asesino que actúa sin ayuda y mata de moto propio y clavo el puñal o degolla con su propia mano, también es auténtico-, las imágenes asociadas modernamente a lo que calificamos de auténtico no siempre cuadran con las que derivan de la palabra griega. Al menos en parte.
Lo auténtico se asocia a menudo a lo no urbano: las cosas y los actos propios de la vida campestre o pueblerina suelen merecen este calificativo. Auténtico sería lo que no parece haber sido "manipulado": es lo rudo, lo pedestre; se asocia a la tierra. lo auténtico es lo anti-moderno. se asocia al terruño -a imágenes de una vida no "contaminada" tanto por la ciudad como por el progreso. Auténtico es lo que tiene una imagen no mediatizada -sin que nos demos cuenta que no existe mayor "mediatización" que la fabricación o promoción de productos y actos "auténticos". Asperezas, rugosidades, limpieza dudosa -la limpieza, en este caso, evoca la mentira, la ocultación de la imperfección, signo de un trabajo manual (como, ciertamente, denota la palabra griega). Auténtico sería un entre único, ajeno a la producción en serie, hecho con materiales "naturales", que no esconde, antes bien, exalta su origen. Una cosa, un acto original -singular- pero también "ancestral" pasa por auténtico (como bien saben los artesanos "primitivos" que fabrican bibelots para turistas que remedan fetiches de tiempos pretéritos. Lo auténtico evoca un huida hacia el pasado: un pasado construido y soñado, edénico, donde los conflictos, la violencia, la miseria y la explotación desaparecen en aras de una imagen idílica del artesano trabajando aplicadamente para satisfacer necesidades básicas. lo auténtico es el sueño del buen salvaje de Rousseau: un retorno a una edad incierta pre-industrial, cuando la máquina y la producción en serie no intervenían. Cada producto "auténtico" es único, porque ha sido labrado "a mano" -pero nos olvidamos que el trabajo manual bien ejecutado da lugar a objetos idénticos, mientras que las variaciones, las imperfecciones, signos de autenticidad -que un artesano o un mago no aceptarían porque significarían que, por unos momentos, no habría alcanzado la excelencia requerida-, a menudo son obra de máquinas programadas para producir objetos todos distintos.
Lo auténtico es una categoría negativa: parte del rechazo del tiempo presente. Construye una fábula, un tiempo de fábula, liberado de las prisas, de condicionantes económicos, en el que el artesano o el artista compone a voluntad, siguiendo los meandros de la imaginación, sin sometimiento alguno.
Lo curioso, sin embargo, es que lo autentico es un verdadero "constructo": la "naturalidad" de lo auténtico es el resultado de un trabajoso esfuerzo que pretende borrar cualquier signo material. Es decir lo auténtico es un verdadero artificio, y posiblemente no haya nada más artificial -por no decir falso- que lo auténtico.
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