Esta reflexión es un conocimiento sensible -y sensato. Entramos en contacto con las cosas con nuestros sentidos para saber qué son, cuáles son sus razones, qué esperamos de ellas, qué esperan de nosotros; cómo, porqué y con qué fin entramos en contacto mutuo. Estas percepciones que los sentidos nos brindan son "razonables", están razonadas, no son impresiones o reacciones "sensibleras" o "sentimentales", sino que están "pensadas", pese a la espontaneidad y rapidez de la respuesta "emocional" ante las cualidades de la cosa o el gesto "apercibidos"; son reflexiones que aúnan datos sensibles, obtenidos a flor de piel, filtrados por nuestra inteligencia que nos da una "idea" del "sentido" de las cosas y los actos que hacemos.
El hacer humano no satisface necesidades básicas -nutrición, protección, etc.- que se cubren con actos, gestos y objetos de uso inmediato, que se consumen -que asumimos y que se deshacen o desaparecen al momento-, sino que nos proporciona unos entes, unas pautas que nos alejan, por nuestro "bien", de las urgencias, del implacable y ciego ciclo natural. El arte nos protege de la naturaleza. La suspende; o media entre ésta y nosotros, mediación que exige tiempo y reflexión.
El arte no es una reacción espontánea, directa e instantánea. Requiere que uno se tome su tiempo antes de saber si merece responder a las exigencias naturales, y saber cómo actuar u operar. El arte contiene y encauza, retiene o deja paso al ímpetu natural. El arte es un saber, es una manifestación de sabiduría, de pensamiento y agilidad, de capacidad de dar "cumplida" forma, una forma intencionada, armónica o disonante, pero siempre calibrada y duradera m, a lo que la naturaleza nos pide o parece pedirnos, a lo que nos tiende -y que aceptamos o rechazamos- o nos niega. El arte es una operación de largo alcance. No se opera para el tiempo presente. La operación requiere previsión, ver más allá de la satisfacción o necesidad inmediatas. Hacer arte es pensar cómo responder con calma e inteligencia a lo que la naturaleza o el "más allá" nos demandan o nos impiden alcanzar, y qué responder de manera que la respuesta sea "modélica", no sea el fruto de la imprevisión.
Teorizar consiste así en desvelar y entender qué son las actuaciones humanas que ponen barreras -pero que también tienden puentes- ante la ineluctabilidad natural, cómo y porqué se planifican y ejecutan, qué revelan sobre lo que el mundo "es" o sobre cómo percibimos el mundo y sobre cómo nos situamos ante él, distanciándonos para valorarlo y así responder a lo que nos impone. La barrera y el puente, el cuenco y el muro, la apertura y el recogimiento son las dos formas y los dos grstos básicos que confirman y determinan la meditada y sensible respuesta humana al mundo, sin dañarlo sino invitándole a sumarse a la acción humana, o pidiéndole que permita que el hombre se inserte sin someterse a sus ciclos. El arte media entre nosotros y el mundo, es un gesto de apertura y de contención, una manera de dar sentido al mundo.
La Teoría da cuenta de los procedimientos con los que el hombre se adapta al mundo al mismo tiempo que adapta a éste a su vida, a sus esperanzas de vida, para disponer de una vida plena, para que la vida pase sin pasarse, ni nos demos cuenta demasiado tarde que ha pasado. El arte pauta el mundo y nos hace entrar en la ronda del mundo, ronda que cesa de ser un girar sin sentido.
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