miércoles, 28 de marzo de 2018
MICHAEL RAKOWITZ (1973): LAMASSU (THE INVISIBLE ENEMY SHOULD NOT EXIST, 2018)
Hoy, veintiocho de marzo de dos mil dieciocho, se inaugura un nuevo monumento en la plaza de Trafalgar de Londres. La escultura se podrá contemplar durante dos años.
Se trata de una nueva obra del artista norteamericano-iraquí Michael Rakowitz, pertenecente a una serie iniciada en 2006: El enemigo invisible no debería existir.
Esta serie consiste en réplicas de obras del Museo Arqueológico Nacional de Iraq, en Bagdad, desaparecidas durante el asalto al Museo en 2003, tras la caída del régimen de Saddam Hussein, la invasión del país y la toma de la ciudad por las tropas de la coalición internacional, cuando la Segunda Guerra del Golfo, que concluyó con el desmantelamiento político y administrativo de Iraq, y la subsiguiente guerra civil, larvada o a la luz del día, entre chiitas y sunitas, iraquíes del norte y del sur (kurdos), cristianos, azaríes y sunitas, y el estado islámico (ISIL), el ejército iraquí, milicias kurdas (y tropas norteamericanas, iranis, turcas, etc...).
El material empleado para esas réplicas procede de envases y envoltorios desechados de productos de consumo diario, económicos -que no merecen atención alguna tras el uso o el consumo-, en Iraq. Basura para reconstruir obras de arte consideradas como basura y, por tanto, robadas o destruidas.
Esta vez, sin embargo, el artista ha reconstruido una efigie de Lamassu, un genio alado protector de los espacios interiores en el mundo neo-asirio, un toro alado destruido a martillazos por el ISIL.
La reconstrucción se ha realizado con latas de jarabe de dátil, un producto -delicioso- de uso habitual en Iraq, hasta hace poco fabricado en este país y hoy, con la industria y los palmerales devastado, procedente de los países del golfo. De nuevo, la destrucción permite reconstruir la destrucción, o al menos soñar con que esta reconstrucción es posible.
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