Aunque si uno de los progenitores no es divino el hijo no puede ser un dios (como Hércules, hijo de la reina Alcmena y del dios Júpiter), varias humanas han sido madres de dioses: por ejemplo, Semele, madre de Dionisos -en puridad, un semi-dios, en la práctica, un dios a parte entera, que formaba parte del cortejo de los doce dioses olímpicos.
También se dieron humanos que gozaron de la apoteosis, o ascensión a los cielos, como Hércules, nuevamente, o Rómulo, el fundador de Roma. Los mismos faraones del imperio antiguo ascendían y se convertían en estrellas al morir.
Madres vírgenes no son raras: la madre de Rómulo, precisamente, dio a luz sin haber tenido contacto con varón alguno. Tan solo una chispa la toco cuando pasaba cerca de una hoguera. Su padre divino era Marte, pero Marte nunca se unió a humana alguna.
Dioses que nacen, mueren y resucitan, dioses que entregan su vida para la salvación los humanos, eran habituales en Oriente. Dionisos, el Dionisos al que rendían culto los órficos, es un buen ejemplo. La lista es larga: Mitra, Atárgatis, Atis, etc.
Hombres divinizados no escaseaban. La mayoría de los hijos que Zeus tuvo con humanas, como Ganímedes, se sentaron a la diestrra de su padre en el Olimpo. Los emperadores romanos, entre Claudio y Adriano, nacieron hombres y se convirtieron en dioses tras fallecer (a partir de Adriano, los emperadores ya nacieron como dioses).
¿Significa eso que María, una humana a la que se le rinde un culto divino, se confunde con figuras parecidas paganas? Pese a los múltiples paralelismos entre estas figuras y la madre de Jesús (que no de Cristo) -la iconografía de María se basa en efigies de Isis amamantado a Horus, sobre todo, lo que permite destacar tanto la humanidad de la madre cuanto su carácter sobrenatural, sentada en un trono-, María presenta unos rasgos propios. En los casos antes citados, la madre humana perdía toda importancia tras la divinización del hijo, nacido humano. Dionisos recibía un culto; Semele cayó en el olvido. Nadie se acuerda de la madre de Rómulo. Ni siquiera existe un acuerdo sobre su personalidad, más allá de que se sepa que fue una vestal (una sacerdotisa al servicio de dios del fuego Vesta).
Por el contrario, María, una humana, ascendió a los cielos. Su estatuto es ambiguo: humana con trato de diosa. Su figura es casi más importante que la de su hijo. Posee múltiples santuarios, y sus efigies son más numerosas que las de su hijo.
Pero tampoco es una diosa propiamente. Posee rasgos de diosa madre, pero sigue siendo una humana -con una naturaleza humana que presenta, sin embargo, rasgos divinos. María es, posiblemente, la figura sagrada más compleja de la historia, cuyo única clara función es la de ser madre, y madre sin matices; madre de un humano, Jesús, que es, al mismo tiempo un dios, pues posee una doble naturaleza aunque una única persona, llamada Jesús, que es enteramente humana -pues nace y muere.
No hay comentarios:
Publicar un comentario