sábado, 9 de febrero de 2019

Pintura y escultura (o ficción y realidad): el curioso problema teórico de las tablas medievales









Fotos: Tocho, febrero de 2019

El Museo de Arte de Gerona acaba de adquirir una notable pintura renacentista (bajo gótica o de gótico internacional, en verdad): una imagen de San Jaime (o Santiago) sobre tabla del pintor de Gerona Ramón Solá II (hijo de Ramón Solá I, formado con Jaume Huguet).
La imagen al temple destaca sobre un fondo dorado y esculpido, enmarcado por el perfil de una ventana con un arco de medio punto, también tallada.
Hasta aquí, nada destacable. La imagen, casi naturalista, del santo, visto de tres cuatros, está pintada para producir una ilusión tridimensional. La imagen, empero, es bidimensional.
Sin embargo, si miramos de cerca la tabla, descubrimos algunas características que plantean un interesante problema teórico sobre la relación entre la imagen y la realidad.
El santo porta una concha, como es lógico. Pero ésta no está pintada, sino esculpida. Se trata de un relieve. Si la figura hubiera estado representada a escala natural, solo el material (madera) hubiera diferenciado la concha tallada de una concha natural. ¿Tiene, por tanto, un mayor grado de "realismo", la concha -que permite reconocer en la imagen a Santiago, y que, por tanto, da la clave de la representación y permite reconocer qué santo ha sido figurado- que el resto de la pintura?
El bastón de mando está también tallado. En este caso, el material empleado es el mismo en el que un bastón "real" está tallado. El procedimiento (talla), amén del material, es idéntico en el caso de la producción manual de un objeto y de su imagen. Dicho bastón, por tanto, ¿es una imagen, o un elemento real incrustado en la pintura -un procedimiento común en el arte de principios del siglo XX?
El juego entre ficción y realidad se complica con la representación de la mano que sostiene el bastón. En este caso, el bastón deja de estar tallado para ser pintado; del mismo modo, la mano está pintada. La superficie donde ocurre el agarre es plana: una superficie sobre la que se proyecta una imagen plana. Es decir, el bastón, todo y mostrándose como un ente continuo, posee una doble "naturaleza", real y figurada a la vez. Imagen tallada de bastón tallado, e imagen plana pintada. La unión de la mano y el bastón es ilusoria, una parte del bastón, en cambio, flota entre la imagen y la realidad.
Este juego entre dos tipos de imagen -y entre la imagen y la realidad-, común en la Edad Media, y notable cuando el gótico internacional (una época en la que el naturalismo era ya convincente, sin dejar de presentar la imagen como una "entidad" de otro mundo, propia de espacios luminosos o dorados, es decir celestiales), se perdió con el clasicismo, a partir del siglo XVI, y solo se recuperaría, de manera enteramente profana, con el cubismo.
Los problemas teóricos planteados siguieron siendo los mismos. ¿Una imagen puede confundirse enteramente con un modelo siguiendo siendo una imagen? ¿Cuándo una imagen deja de serlo, es decir, cuáles son los límites del espacio del arte? 

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