miércoles, 18 de septiembre de 2019
FÉLIX VALLOTTON (1865-1925): INTERIORES (o EL DESASOSIEGO -DISQUIET)
La Royal Academy of Arts, de Londres, presenta una exposición antológica del pintor francés "nabis", Félix Vallotton; exposición única -apenas se han organizado muestras dedicadas a este extraordinario pintor- y excelentemente organizada, una de las mejores que han tenido lugar en Europa esos últimos años.
Vallotton parece resultar de un imposible cruce entre Poe y Proust. Sus cuadros, de pequeño tamaño, minuciosa, aplicadamente pintados (cuya finura es un escalpelo), saturados de colores fuertes -rojo sangre, violeta, azul noche-, casi siempre, muestran a menudo interiores urbanos burgueses, cerrados, opresivos, donde se susurra y los ruidos se amortiguan entre pesadas telas y colores que ahogan, y en los que los habitantes parecen paralizados, casi siempre relegados en un último plano, descubiertos a través de puertas abiertas, cuando la vista cruza estancias desiertas.
La luz es tenue, las figuras femeninas están concentradas -aburridas, adormecidas- en labores de costura, o esperan temerosas y anhelantes, a sus amantes, ricos señores casados de mediana edad que las visitan a las cinco de la tarde, al salir del trabajo (Cinco de la tarde es el sarcástico título de un cuadro, que documenta un encuentro fugaz, en el que el señor tan solo se saca el sombrero de copa). Adjetivos franceses como feutré (literalmente, afelpado, en verdad, tenso y silencioso), ouaté (acolchado, con un leve deje ridículo) califican bien estos interiores vueltos sobre sí mismos, carentes a menudo de ventanas, en los que las tapicerías, los cortinajes, las telas existen solo para amortiguar los ruidos, como si quisieran encuadrar, ahogar y disimular -que es lo que hacen, en verdad- gestos y palabras que no se pueden llevar a cabo y pronunciar en casas bienpensantes. Siempre parece que un sordo mal o maleficio sobrevuela las escenas: los personajes están oscurecidas, son oscuros o sombríos: nunca se les ve las intenciones. Se ocultan, se camuflan, y se revisten de pompa y seriedad, disimulando ardores y turbaciones.
Félix Vallotton fue, posiblemente, el mejor y más agudo retratista (junto con el novelista Proust) de las "vicios y virtudes (escasas)" de la burguesía finisecular.
Una exposición admirable.
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