Fotos: Tocho, noviembre de 2019, menos la imagen de la obra de John Baldassari, Read, Write, Think, Dream, en la entrada de la biblioteca
Los aficionados al brutalismo arquitectónico seguramente deben de tener esta obra en los altares.
El simbolismo parece consustancial con el diseño de una biblioteca; así como la Gran Biblioteca Nacional (Très Grande Bibliothèque Nationale), en París, de Dominique Perrault, evoca cuatro libros abiertos (a través de cuatro torres en L, solo conectadas por una base común), la biblioteca Geisel se inspira en unas manos alzadas -unas garras de hormigón- que sostienen un libro abierto, cuyas páginas constituyen los pisos elevados.
Al igual que en el muy posterior edificio de París, el acceso a esta biblioteca es subterráneo. Se desciende por una escalera de tres tramos, dentro de la tierra, hasta la planta inferior en la que se ubican los controles de entrada. De ahí, los ascensores, en el núcleo central macizo de hormigón, sin ninguna apertura, conducen a las cinco plantas de la biblioteca. Butacas giratorias, sillones, y cabinas individuales permiten un estudio sosegado, silencioso y si se quiere aislado. Mientras, el paisaje circundante penetra a través de una ventana continua, en el espacio circular, continuo, de la biblioteca.
A Lucas D., admirador de este edificio que sobresale, ya desde lejos, a través de las ramas del tupido bosque de eucaliptos que ocupa en centro del campus universitario, por encima del resto de las construcciones.
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