En un bosque de eucaliptos, plantados en la segunda mitad del siglo XIX, en una ladera empinada de las montañas que avanzan hacia el mar, creando escarpados acantilados, en Pacific Palissades, en la costa norte de Los Angeles, los arquitectos Charles y Berenice "Ray" Eames construyeron su casa y su estudio tras la Segunda Guerra Mundial, con materiales industriales utilizados durante la Guerra. Ambos edificios, unas cajas de vidrio y paneles de hormigón, con marcos de hierro pintados de negro y placas de color, separados por un patio abierto, con un suelo de ladrillos y de tacos de maders, a modo de jardín japones, se apoyan sobre un muro de contención de hormigón.
Lejos de todo, al final de un camino por el bosque oscuro, con el océano a lo lejos infiltrándose por entre las ramas, los Eames vivieron hasta el final de sus días, recibiendo a artistas como Chaplin, buscando huir de Hollywood.
Los herederos han preservado la casa tras como quedó tras fallecer Ray Eames, con los muebles, los libros y las estatuillas de los nativos indios, pese al inevitable aunque controlado deterioro de una construcción que quiso ser un ejemplo de hogar cálido y económico, que combinada materiales industriales y piezas de artesanía.
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