"Cualquiera de vosotros que desee
pasar la vida en paz debe evitar en la medida de lo posible
estos beneficios pegajosos que lastimosamente nos engañan también en esto: en que creemos poseerlos y quedamos sujetos a ellos.
Esta carrera conduce al precipicio. El término de esta vida encumbrada es la caída. Luego que la prosperidad
comienza a empujarnos fuera de camino, no es posible detenernos o, al menos, hundirnos con la nave derecha, o
de una sola vez. La fortuna no nos derriba, sino que nos
va volteando y nos estrella.
Mantened, por lo tanto, esta sana y provechosa forma de vida: que concedáis al cuerpo cuanto es suficiente para
la buena salud. Se le ha de tratar con bastante dureza,
para que no se someta al espíritu con rebeldía: que el alimento calme el hambre, que la bebida apague la sed, que
el vestido aleje el frío, que la casa sea defensa contra las
inclemencias del tiempo. Nada importa que sea el césped
o el mármol jaspeado de país extranjero lo que la haya
erigido: sabed que al hombre lo protege igualmente la paja
que el oro. Despreciad todo aquello que un esfuerzo inútil
pone como adorno. y decoración; pensad que nada, excepto el alma, es digno de admiración, para la cual, si es grande, nada hay que sea grande."
(Séneca: Epístolas morales a Lucilio, I, 8)
Deberíamos leer a Séneca, desde sus epístolas hasta sus tragedias. Durante años, logró contener a Nerón
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