Quienes visitan Venecia -cuando se podía ir- por vez primera, a poco de recorrer muelles y callejuelas, afirman que las máscaras de carnaval que desbordan de los escaparates son una plaga, como la peste.
Quizá no sepamos cuán acertada es esta observación.
Se ha escrito recientemente sobre las máscaras que los médicos portaban, en el siglo XVI, cuando las plagas de peste bubónica. Éstas tenían forma de cabeza de pájaro con un largo pico, dentro el cual se colocaban plantas aromáticas que hacían más soportable el hedor de los cuerpos enfermos. Dichas máscaras eran útiles (funcionales) y mágicas, pues ahuyentaban los pájaros de mal agüero, los pájaros a los que se culpaba de la peste.
Esta función profiláctica es precisamente la que dio pie a las máscaras de carnaval, a las mascaradas. El carnaval (cristiano), quizá una rémora de las fiestas (sagradas) dionisíacas romanas o tardo-romanas, activas hasta el siglo VI, en ocasiones, cumplía una función: trastocar un tiempo ya caduco, antes de la renovación primaveral, con el renacer del mundo, acelerar la disolución del orden antiguo mediante algarabías y chanzas grotescas que dejan en ridículo, y empequeñecen las dianas de las sátiras.
Una máscara de pájaro de mal agüero se burlaba del final del año pasado -y por tanto lo remataba-, pero también protegía contra la mala suerte. Se trataba de un amuleto contra la muerte. Ésta no se acercaría asustada por la picuda faz de una ave nocturna. Las máscaras de carnaval juegan con la vida y con la muerte: la invocan y la alejan, para activar el renovar de los tiempos, todo y alejando el mortal peligro que la figura enlutada portadora de la guadaña encierra.
Hoy, llevamos todos una máscara.
Muy buen artículo, nunca intenté saber nada de estas máscaras, te doy las gracias por abrirme la mente.
ResponderEliminar¡Muchas gracias!
EliminarNo me había dado cuenta de dicha relación! Solo abominaba de este proliferación de máscaras en las tiendas de Venecia....
Extraordinario texto.
ResponderEliminarDebajo de una máscara se esconde otra máscara.
Dice Eugenio Trías: A veces una máscara ejerce una función hegemónica sobre las demás. Y en cierto modo las organiza a su imagen y semejanza. Lo que resulta es una "estructura compleja" a la que algunos llaman "persona"...
Saludos.
Francesc Cornadó
¡No recordaba uno de los primeros ensayos de Eugenio Trías!
EliminarEn efecto, vivir en sociedad implica construirse una máscara, no tanto para proteger la intimidad sino para facilitar las relaciones, suavizando o escondiendo ciertas aristas de nuestra "manera de ser" que pueden hacer nado, o creando aristas que solo son creaciones que abandonamos cuando estamos solos, y que nos permiten ahuyentar a personas con las que no queremos entrar en contacto, atrayendo, por el contrario a otras.
Y estas máscaras, finalmente, su superposición, acaban configurando nuestro rostro "verdadero", sustituyéndolo -si es que existe un rostro verdadero pues, en tanto que imagen, nuestro rostro solo existe para los demás, en o a los ojos de los demás. El rostro es lo que los otros perciben -y valoran.
¡Muchas gracias por la referencia a Eugenio Trías!
EliminarTenía que ser pavoroso verles transitar por la calle.
ResponderEliminarSupongo que, en efecto, el pavor que sin duda infundían los médicos enmascarados les prevenía del contacto con personas infectadas a las que ahuyentaban -concediendo a los médicos cierto poder.
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