viernes, 3 de abril de 2020
Museu de les Cultures del Mòn (Museo de las Culturas del Mundo, Barcelona): nuevo recorrido, al filo de lo visible
Edición: Lucas Dutra
Ésta es la penúltima entrega de una visita virtual -dado los tiempos actuales- al Museu de les Cultures del Mòn de Barcelona, para estudiantes de penúltimo curso de arquitectura (ejercicio de práctica de la asignatura de Teoría II de la Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona UPC-ETSAB).
Al igual que los vídeos anteriores, ya "colgados" en este blog, la visita tiene como finalidad, no la adquisición de conocimientos históricos sobre esas creaciones, sino el encuentro con éstas -desgraciadamente a través de una pantalla, un encuentro que solo tiene sentido cuando tiene "lugar"-, y una reflexión sobre este encuentro o diálogo entre obras concebidas para determinados fines, entre los que no se hallan fines de diversión o distracción, y menos decorativos, sino finalidades educativas y mediadoras entre nosotros mortales y los inmortales. Estas creaciones no siempre existen para nosotros, mortales, pero sí que pretenden permitirnos acceder a realidades a las que no llegamos con nuestros sentidos, realidades que traen ante nosotros, o hacia las que nos transportan, aunque también estas obras pueden vetarnos el acceso, advirtiéndonos del peligro que correríamos si traspasáramos cierto umbral. Estas obras no son de este mundo pero en ocasiones acontecen en nuestro mundo para darnos señales de lo que ocurre más allá de nuestra limitada percepción del mundo.
Hay que tener en cuenta que muchas de estas obras no existen para ser contempladas por nosotros, sino que entran a formar parte de la familia de los inmortales.
Es el museo el que las fuerza a mostrarse, aunque no las puede obligar a revelar lo que no quieren o pueden decir. De ahí el carácter enigmático de ciertas obras (tanto para nosotros como para los fieles a los que se dirigían, a los que dirigían), pese a lo que podamos saber o aprender acerca de su creación y de su razón de ser. Son obras no aptas para humanos, al igual que gran parte de la creación humana antigua, salvo quizá la cristiana (la zoroástrica, y algunas religiones tardo-romanas orientales como el mitraísmo), toda vez que la divinidad cristiana (si solo nos referimos a ella), Jesucristo, nació para convivir con los humanos, para mostrarse, dejándose múltiples muestras de su presencia y de la finalidad de su presencia: abrir los ojos ante el mundo, y el otro mundo, a través de múltiples señales visuales y verbales.
El arte moderno y contemporáneo ha vuelto a retrotraerse al mundo de los enigmas, un mundo sin trascendencia, sin embargo, oscuro antes que luminoso (aunque cegador).
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