La mirada estética es una mirada ética. Busca preservar sus centros de interés. Los respeta. La mirada estética es un signo de reconocimiento y respeto. Mantiene las distancias con las cosas -los entes y los seres que observa, a los que atiende, a los que presta atención, seres y objetos que le han llamado la atención.
La mirada estética firma una relación entre quien observa, y se abre a los entes y los seres, y éstos que aceptan entrar un un juego de miradas.
La observación cuidadosa, que no afecta a lo que o a quien es observado, exige tener perspectiva. La mirada se ejerce desde un cierto punto. Eso no implica que uno no se puede acercar para escudriñar un detalle. Pero éste solo adquiere sentido, es signo de alguna verdad, cuenta la verdad de las cosas observadas, en un indicio cierto que lleva o puede llevar a aquélla, si se inserta en una mirada global; mirada que solo se logra cuando uno recula y vuelve a observar desde la distancia. Desde ésta, el centro de interés, lo que establece un contacto con nosotros, se percibe en un entorno.
La mirada estética no extrae las cosas de su contexto, no las arranca como quien arranca una planta que podrá estudiar, antes de que se seque o se pudra. Por el contrario, la mirada estética deja aire alrededor de las cosas, las deja respirar. Las cosas no están al alcance de la mano, a nuestro alcance. No las sometemos. No son "objetos", sujetos, pendientes de nuestra mirada. No existen solo para nosotros. Somo nosotros que existimos, que nos damos cuenta que existimos, porque estamos entre las cosas, en una comunidad de seres y entes que aceptan ofrecerse a nuestra mirada.
Una mirada que no afecta las cosas, pero que sí nos afecta: nos transforma, nos transfigura. La imagen tiene un impacto sobre nosotros. Ya no somos los mismos. La luz que emana de la imagen nos ilumina. Las cosas observadas irradian; atienen a nuestra mirada.
Bien es cierto que las cosas y los seres, sintiéndose observados pueden modificar su comportamiento y disponerse de tal modo que muestran tanto cuanto esconden; se cubren las espaldas -o se velan el rostro. Pero la mirada estética no denota avidez; se trata de una mirada distanciada, casi indiferente, una mirada educada que reconoce las cosas y las deja estar, ir o pasar; que no las fuerza a revelarse. La mirada estética sería casi la del astrónomo que mira desde una distancia tal que los cuerpos no se sienten, no se saben observados. Mas, desde una distancia semejante, la relación no se establece.
La mirada estética es una mirada en dos direcciones. observamos y nos observan. Las cosas también nos miran. La distancia debe de ser justa -un adjetivo propio del vocabulario de la ética. La mirada estética hace justicia de las cosas, y las cosas nos hacen ser justos. Contenemos nuestra pasiones, nuestras ansias de posesión, y nos "vemos" obligados" a guardar las formas. No podemos dejarnos ir, corriendo hacia las cosas hasta dejar de verlas.
La mirada estética conlleva el reconocimiento de los entes y los seres, de su singularidad, de las diferencias que puedan mantener con nosotros. Por esto se puede establecer un dialogo visual (o mudo, interior). Cada parte, observante y observado, sabe quién o qué es, y qué espera de la relación. pero en ningún caso reduce al otro.
Un signo de reconocimiento, que esto es una mirada estética, reconoce y acepta la singularidad, las características propias, a las que concede la máxima importancia, porque en éstas, en los detalles se halla la verdad de lo que miramos, y de lo que somos. La mirada estética debe asumir que existen cosas y seres que no se pueden ver, que no quieren mostrarse. La mirada, en este caso, no es limitada, no implica o denota la imperfección de nuestros sentidos,sino, por el contrario, nuestra altura de miras, ya que acepta -o concede- la libertad a lo que queremos mirar de no querer ser objeto de ninguna contemplación.
La imaginación, en este caso, puede suplir el abismo que se abre cuando no podemos ver nada. La mirada estética se educa. Una mirada que se ejerce con los sentidos y con el entendimiento. pues, en último término, nos permite entender qué son las cosas, qué somos.
Para V.G., como resultado de sus enseñanzas ayer noche.
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