Fotos: Tocho, Padua, Septiembre de 2021
La universidad de Padua, cuya sede central es un palacio renacentista, el palacio Bo, es poseedora de varias primicias: una de las primeras universidades medievales -las primeras del mundo- creadas, no por poderes reales, imperiales, ducales o papales, por la propia universidad: por estudiantes y docentes de la universidad de Bolonia, la primera del mundo, descontentos por la falta de libertad, desplazados a Padua donde en poder de Venecia autorizó la instauración a principios del siglo XIII; la universidad en la que Nicolas de acuda y sobre todo Galileo enseñaron; el primer estudio donde se practicaba la vivisección humana en un teatro anatómico en el siglo XVII; y la primera universidad en otorgar una licenciatura a una mujer, también en el siglo XVII.
El edificio fue restaurado, ampliado y amueblado por el arquitecto Gió Ponti durante la Segunda Guerra Mundial (marquetería, pintura decorativa, sillas, bancos, mesas, lámparas y manecillas de bronce dorado), autor también de los frescos que envuelven una escalera, proyectada por el arquitecto, que rinden un homenaje al pintor Massimo Campigli, quien no había podido acometer este trabajo debido a su trabajo de fresquista en otro edificio universitario, proyectado por el propio Ponti: el palacio Liviano; un fresco que ilustra sobre los beneficios de las artes para humanizar al ser humano desde sus inicios inmersos en el Caos, que se descubre a medida que se asciende -por una escalinata, una perfecta metáfora -y una metonimia- de lo que es la universidad.
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